Puntos clave Un “chocolate de Dubai” famoso en TikTok ha impulsado la demanda mundial de pistachos a nuevos máximos. Las secas provincias andinas de Argentina se apresuran a plantar unas 25.000 hectáreas de huertos. El auge muestra cómo los agricultores privados, no la política, están remodelando silenciosamente el futuro exportador del país. En los valles secos del oeste de Argentina, donde antes había uvas o olivos, se alzan largas hileras de pistacheros jóvenes. Parecen modestos, pero son una apuesta de alto riesgo de que la nueva pasión mundial por los pistachos durará lo suficiente como para pagar los altos costos iniciales.
La chispa vino de muy lejos. Una barra de “chocolate de Dubái”, cargada con crema de pistacho, se volvió viral en TikTok e Instagram, convirtiendo la nuez en un símbolo de indulgencia desde Europa hasta América Latina.
Al mismo tiempo, las cadenas de helados, panaderías y fabricantes de chocolate agregaron nuevos sabores de pistacho, exprimiendo la oferta y haciendo subir los precios.
La moda viral del pistacho convierte los valles desérticos de Argentina en una nueva apuesta. (Foto reproducción de Internet) Argentina ha entrado en esta brecha. La superficie de pistachos se ha multiplicado en pocos años hasta alcanzar unas 25.000 hectáreas, centradas en San Juan, al pie de los Andes.
Los especialistas han mapeado más tierras en Mendoza, San Luis y La Pampa con la misma combinación de veranos abrasadores e inviernos fríos que necesita el cultivo.
La mayoría de los huertos utilizan portainjertos californianos y riego moderno, pero la producción sólo despegará cuando los árboles de siete años alcancen su plena madurez.
Detrás de los números se esconde una historia más profunda. Durante décadas, el cinturón agrícola de Argentina ha generado dólares de exportación, mientras que la política en Buenos Aires oscilaba entre una fuerte intervención y una breve reforma.
Los pistachos encajan en un ambiente más tranquilo y más impulsado por el mercado: los agricultores están eligiendo un cultivo que recompensa la planificación a largo plazo, reglas claras y el acceso a compradores globales en lugar de la protección estatal.
Una tendencia de postres nacida en Dubai ahora da forma a las decisiones de plantación en las zonas rurales de América del Sur. Cuando millones de personas comparten el mismo deseo en línea, envían una señal de precio que los productores distantes pueden leer casi en tiempo real.