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LOUIE PALU / AGENCIA VU Internacional Internacional geopolítica geopolítica Por Piotr Smolar
Publicado hoy a las 06h00, modificado a las 08h25 Artículo reservado aux abonnés
EncuestaEntre purges au sein du renseignement, deriva autoritaire et politisation des Institutions, le président américain bouleverse en profondeur la sécurité nationale américaine. Et consacre un nouvel adversaire fantasmé: l’ennemi intérieur.
Los aficionados al béisbol le savent: les bolas curvas sont vicieuses. La balle est lancée avec un tel effet que sa trayectoria devient imprevisible pour le batteur. « Curveball » fue también el nombre de código donado a una fuente del conocimiento americano en Alemania, en 2003. Este informante pretendait posséder des preuves sur les armes de destrucción masiva du régime irakien de Saddam Hussein. Margaret Henoch, alors analista au sein de la CIA, detectó vite la incoherencia de sus afirmaciones.
Assise dans un café près de Washington, elle se souvient avec précision de esta época eléctrica où el secretario de Estado Colin Powell avait pris la parole devant le Conseil de sécurité des Nations unies pour justifier l’intervention militaire américaine en Irak. Jamais encore le travail du renseignement n’avait été autant manipulé à des fins politiques. Quelques jours avant le discours, elle avait raturé le texte en maints endroits. Corrección aucune ne fut retenue. « Cuando entiendo son intervención, en la oficina de mon director de la sección Europa, j’ai cru que ma tête allait exploserraconte-t-elle. J’ai juré comme une dingue, je ne tenais pas en place. »
Dos fenómenos son productos simultáneos, dit-elle avec le recul. D’un côté, l’incompétence « à couper le soufflé » des personnes chargées d’intrépréter le renseignement recueilli, au-dessus d’elle. De l’otro, el rechazo de la dirección de la CIA de administración ce que la administración de George W. Bush se apprêtait à faire, sobre la base de esta fausse interpretación: justifica la aventura militar contra el régimen de Saddam Hussein.
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