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Wednesday, December 24, 2025
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    Una ley que alimenta el odio

    Captura de pantalla”Los fieles y los heroicos, son sacrificados
    a la venganza de los demagogos”.
    SIMÓN BOLÍVAR

    Causó estupor la vulgar mentada de madre, proferida por Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, contra la líder de la oposición y premio Nobel de la Paz, María Corina Machado. Estupor y diríamos repulsa a tan indignante actitud, de quien por su posición debería guardar el más absoluto respeto y consideración para con el pueblo venezolano, que escuchó en transmisión en vivo su denigrante y vulgar grosería.

    Un mal ejemplo de quien reposa en sus hombros la “alta dignidad” del cargo como presidente del Poder Legislativo, por cuanto está obligado a guardar el más juicioso estado anímico, pese a las circunstancias que pudiere enfrentar. Pero, paradójicamente, su estado anímico choca contra la naturaleza de su profesión y oficio de psiquiatra.

    La opinión pública comenta a voz viva si la Asamblea Nacional aprobó la ley mentada contra el odio, la cual por cierto le ha sido aplicada a varias personas por el solo hecho de disentir contra el régimen de Maduro, o por mensajes públicos en contra del mismo, aplicándoles penas de 10, 20 y 30 años de cárcel, por qué hace mutis está vez. ¡”La salsa que es buena para el pavo, también lo es para la pava”!

    Según expertos en comunicación, la grosería actúa como un “manotazo” verbal. Demuestra que la persona se siente tan poderosa que no tiene que seguir las reglas de cortesía, que atan a los demás.

    ​A diferencia del eufemismo, que suaviza la realidad, el disfemismo busca degradar. Los dirigentes políticos lo usan para ​deshumanizar al rival y restaurar la dignidad humana y la autoridad moral, por cuanto aún cuando pueda ser rentable políticamente a corto plazo, el lenguaje soez tiene profundos efectos y consecuencias en la cultura democrática.

    Algunos notables estudiosos de la neurociencia, entre otros Richard Strephens, demuestran que decir groserías aumenta la tolerancia al dolor, y que insultar o maldecir activa una respuesta de estrés, que libera la adrenalina y aumenta el ritmo cardíaco.

    Cuidadito pues Jorge Rodríguez, no vaya a suceder que en uno de sus éxtasis rabiosos, el corazón le juegue sucio y sus descargas groseras y vulgares solo queden para el anecdotario negro de la historia.

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    Instagram: @aguilera4246