Bruno Vildoza, de 25 años, salió de su casa un viernes por la noche para realizar una compra rápida en una tienda local. Minutos después, se vio involucrado en un robo y recibió un disparo mortal. El caso tuvo lugar en San Miguel de Tucumán, una de las ciudades más violentas del país, según datos del Ranking de Inseguridad 2025, elaborado por el Barómetro del Observatorio de Seguridad Verisure.
Según este informe, Argentina terminó el año con un aumento del 20 por ciento en “incidentes de seguridad” en comparación con el período anterior. La cifra es alarmante en sí misma. Pero adquiere otra dimensión cuando se examina la distribución de ese crecimiento: no es uniforme, no está concentrado en un solo territorio y pinta un nuevo mapa de la criminalidad en Argentina.
“El aumento interanual del 20 por ciento que muestra el barómetro apunta a un escenario más complejo y fragmentado, en el que cada provincia presenta sus propios patrones de riesgo”, dijo en entrevista Carlos Beltrán Rubinos, director de Operaciones de la firma de seguridad privada Verisure Argentina.
En la misma línea, Beltrán Rubinos dijo que “estos indicadores nos ayudan a comprender mejor cómo evoluciona la inseguridad y dónde es necesario fortalecer las estrategias de prevención y respuesta”.
La provincia de Tucumán aparece en lo más alto del ranking, con un aumento del 65 por ciento en los incidentes registrados. La capital provincial concentra el mayor número de casos y confirma una tendencia que se ha intensificado durante el último año: el norte del país ha dejado de ser una excepción estadística y se ha convertido en una de las principales zonas de preocupación en materia de seguridad.
A diferencia del promedio nacional, Tucumán tiene sus propios días y franjas horarias de peligro, con mayores incidencias los lunes, miércoles y jueves, especialmente entre las 4 y las 6 de la mañana.
En segundo lugar está Córdoba, con un aumento del 50 por ciento en incidentes de seguridad. En la región, el aumento de la delincuencia ya no se limita a la capital provincial: se extiende a departamentos como Colón y otras zonas del interior. El fenómeno marca una expansión del crimen más allá de los principales centros urbanos tradicionales y refleja el patrón nacional en términos de días y horas: fines de semana, a menudo entre la medianoche y las 4 de la mañana.
Los datos provinciales refuerzan esta tendencia. Según el Observatorio de Seguridad y Convivencia del gobierno regional, en la provincia de Córdoba se registraron más de 92.000 incidentes presuntamente delictivos en el primer semestre de 2025, de los cuales más del 65 por ciento fueron delitos contra la propiedad, como robos y hurtos.
El informe advierte que si bien la ciudad de Córdoba concentra el mayor volumen de denuncias, también se detecta un crecimiento sostenido en localidades de la región, aumentando la presión sobre los sistemas policiales y judiciales fuera del área metropolitana.
Mendoza ocupa el tercer lugar, con un aumento del 40 por ciento, concentrado principalmente en la capital provincial, Godoy Cruz y Guaymallén. El Gran Mendoza consolida así una dinámica sostenida de aumento de la criminalidad en sus principales centros urbanos.
La costa atlántica, con un aumento del 30 por ciento, destaca a Mar del Plata como el epicentro regional de preocupación, aunque con una característica particular: la mayoría de los incidentes ocurren más temprano, entre las 21 y las 24 horas.
La provincia de Buenos Aires aparece más abajo en la lista, con un aumento del 15 por ciento, pero la cifra es engañosa cuando se analiza en detalle. Un informe de la Fundación de Investigaciones en Inteligencia Financiera indica que los robos violentos en el Gran Buenos Aires aumentaron más de un 500 por ciento en la última década, pasando de 411 incidentes registrados en 2015 a 2.917 en 2024. La encuesta indica que los llamados ‘Conurbano’, el anillo de municipios que rodea la capital, representa más de la mitad de todos los robos violentos cometidos en todo el país, con especial impacto en los corredores occidental y sur.
El estudio de Verisure detalla que 11 de los 24 municipios del Gran Buenos Aires tienen el doble de tasa nacional de robos con violencia, con distritos como Quilmes, Merlo y Lanús entre los más afectados. La combinación de una alta densidad de población, movimientos nocturnos y métodos criminales cada vez más violentos refuerza la centralidad de la Conurbano en el mapa nacional de inseguridad, incluso cuando su tasa de crecimiento general es menor que la de otras provincias.
Junto a estos aumentos territoriales, los indicadores nacionales muestran una dinámica más compleja del crimen.
Según los últimos registros del Sistema Nacional de Información Criminal, la tasa de homicidios dolosos en Argentina se situó en 3,8 por 100.000 habitantes, el nivel más bajo de las últimas dos décadas.
Sin embargo, esta cifra coexiste con un crecimiento sostenido de otros delitos, en particular robos e incidentes violentos en zonas urbanas, lo que refuerza la idea de un escenario fragmentado en el que no todos los indicadores avanzan en la misma dirección pero, sin embargo, tienen un impacto directo en la percepción pública de inseguridad.
Los datos concretos encuentran contrapartes en los rankings de percepción social. Según el informe de Verisure, el setenta y cuatro por ciento de los argentinos menciona la inseguridad como su principal preocupación, que afecta a todos los niveles socioeconómicos.
La violencia en los espacios públicos domina los temores colectivos, mientras que la preocupación dentro del hogar pesa más entre los grupos de ingresos medios, que son particularmente sensibles a los robos y allanamientos.
En el Gran Buenos Aires, nueve de cada diez habitantes de las zonas oeste y sur identifican la inseguridad callejera como uno de los problemas centrales de su zona. Más de la mitad de los encuestados cree que su localidad es ahora más insegura que hace un año.
Cuando se examinan las causas, el diagnóstico es claro. La mayoría de los encuestados señalan una falta de medidas políticas efectivas y una formación insuficiente de las fuerzas de seguridad. Aunque estas menciones han disminuido ligeramente en comparación con el año pasado, siguen encabezando el ranking de factores que la mayoría asocia con el aumento de la delincuencia.