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Monday, December 22, 2025
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    Verdad y credibilidad

    El Informe Global Foreight 2025 del Atlantic Council Global Foreight analiza las principales tendencias, riesgos y oportunidades para la próxima década. Los autores del informe, más de 350 expertos en previsión y estrategia, descubrieron seis nuevos fenómenos que podrían tener importantes impactos inesperados. Uno de ellos es lo que llaman la susceptibilidad de la Generación Z a la desinformación. Más allá de este dato, el análisis abre, una vez más y desde otra perspectiva, la discusión sobre el tema crucial de la información, la desinformación y la credibilidad.

    No hay, en efecto, duda alguna de que la información como acercamiento a la verdad será cada vez más uno de los factores que marcan el futuro de las relaciones humanas, del poder, del crecimiento humano, del ejercicio de la libertad. Y tampoco sobre la presencia creciente de la no verdad, de la falsificación, del engaño. Y de sus consecuencias: la incertidumbre, el control externo, la dependencia, la irracionalidad, la deshumanización.

    El nuevo escenario se levanta desde hace años sobre el crecimiento del mundo digital, ahora superpotenciado por la Inteligencia Artificial y sus derivaciones en los ámbitos del saber y su difusión, de la verdad y su paternidad. Vivimos, quién puede dudarlo, simultáneamente la era de la información y de la desinformación, una época con nuevos dueños de la verdad. Friedrich Götz, profesor en la Universidad de Columbia Británica lo expresa de esta manera: “La gente debería darse cuenta de que todos estamos expuestos a desinformación de forma regular, y es probable que todos caigan en ello en algún momento”.

    El estudio del Atlantic Council Global Foreight alude a la autoridad como la disposición a dar fe, a dar por cierto algo, pero también como una mayor o menor credulidad o exposición a la mentira. No son pocos los estudios académicos sobre este tema, particularmente los que comparan la disposición a la credibilidad en función de la edad, el género, el nivel educativo y las inclinaciones políticas. Se da casi por sentado, por ejemplo, que los más jóvenes están más dispuestos a creer y los mayores a la duda, que los hombres sobreestimaban su saber y sus habilidades mientras que las mujeres aprecian más su intuición, que a mayor educación más rigor en el juicio, que las posiciones conservadoras frente a la política o la vida se ajustan más a las verdades que se suponen probados desde siempre que a las de la modernidad.

    En lo que debería haber coincidencia es en señalar el valor de la educación como la más sólida defensa frente al engaño, la mentira, la distorsión o la desinformación. La educación como estímulo al pensamiento propio, al rigor en el discurso, al análisis crítico, ha sido siempre el mejor escudo contra la desinformación. Todas las investigaciones en esta materia prueban que a mayor formación de criterio, menor vulnerabilidad a la mentira, que a mayor juicio propio, menos engaño. La alimenta conectividad las fuentes de información, pero no reemplaza el pensamiento crítico. Educar a las nuevas generaciones es, sobre todo, enseñarles a pensar, a discernir, a distinguir, a desarrollar conciencia crítica, a descubrir el camino para su afirmación y la afirmación de la verdad.

    Junto con la educación, se impone pensar en políticas públicas para combatir la desinformación, especialmente en las sociedades democráticas. “Mi impresión es que no todas las democracias ahora mismo están intentando realmente abordar este problema. Peor aún, en el mundo polarizado en el que vivimos, algunos actores, incluidos políticos, pueden usarlo deliberadamente como arma”, ha dicho Götz. Tiene, entonces, sentido un llamado a fortalecer el pensamiento crítico desde la educación y desde la adopción de políticas públicas respetuosas del individuo, estimulantes para la información veraz, freno para el engaño y la falacia. Entre tanto seguiremos haciéndonos preguntas sobre por qué importa la desinformación, por qué tanta gente sigue cayendo en teorías conspirativas, quiénes están interesados ​​en distribuir información falsa, a quién beneficia la mentira, quiénes la hacen creíble.

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