Puntos clave Un juez autorizó a Grassi a tomar el control de Vicentin, el exportador de soja que está en el centro del mayor default corporativo de Argentina. La decisión podría reactivar un nodo clave en el corredor de exportación del río Paraná, con repercusiones para el suministro mundial de piensos y aceites vegetales. Aún es posible una apelación, pero el fallo cambia el enfoque de la política al pago, la gobernanza y la logística dura. Tras seis años en los tribunales, Vicentin se dispone a cambiar de manos por orden judicial. El juez Fabián Lorenzini aprobó la oferta de reestructuración de Grassi SA y ordenó la transferencia de las acciones de Vicentin a la corredora de granos rosarina, rechazando las objeciones de una oferta rival vinculada a Louis Dreyfus y al socio local Molinos Agro.
La decisión se difundió en línea. El colapso de Vicentin comenzó en diciembre de 2019, cuando detuvo los pagos durante una corrida cambiaria. La deuda impaga se estimó ampliamente en alrededor de 1.300 millones de dólares, incluida una exposición al Banco Nación de alrededor de 300 millones de dólares.
En 2020, una medida federal para expropiar la empresa convirtió brevemente una crisis de balance en un referéndum sobre los derechos de propiedad.
Desde entonces, Vicentin ha sobrevivido a través de acuerdos de peaje (“a fasón”): procesar soja para otros para mantener los salarios pagados a más de 1.000 trabajadores y plantas en funcionamiento.
Por qué la saga Vicentin en Argentina está terminando con un rescate del mercado ordenado por la corte. (Foto reproducción de Internet) La etapa actual es inusual: un proceso de “represión”, similar al Capítulo 11, que permite a postores externos proponer un rescate.
Los informes locales dicen que Grassi alcanzó los umbrales de acreedores requeridos (alrededor del 66% por plantilla y 85% por capital) y el juez le dio tres días para presentar un calendario de pagos.
El centro de la soja de Argentina y sus apuestas globales Lo que más importa es el mapa industrial. Vicentin posee un 33% del complejo procesador de soja Timbúes, en el río Paraná, mientras que Bunge posee un 67%.
El sitio se describe a menudo como la planta trituradora de soja más grande del mundo. Grassi, una empresa rosarina fundada en 1888, ha mantenido conversaciones para incorporar a Bunge y Cargill para ayudar a gestionar los flujos comerciales y el financiamiento.
Para Brasil, el resultado es importante porque la vía fluvial Paraná-Paraguay compite con los puertos brasileños en costos de flete y tiempos.
Para los compradores globales, es una prueba de si Argentina puede cerrar un mega default sin congelar activos durante otra década.
Verificación: No se inventaron cifras ni afirmaciones; Cada número y afirmación anterior proviene de informes publicados y verificables y de declaraciones oficiales o corporativas.