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Monday, December 22, 2025
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    Donde nace lo esencial

    La Navidad todavía no ha llegado, pero ya se nota. No en el calendario, sino en el ánimo. En ese momento del año en el que uno bajo el paso, mira alrededor y recuerda cosas que durante meses ha preferido no mirar.

    Dentro de unos días será Nochebuena y como cada año, el Niño Jesús volverá a nacer en la fragilidad. No en el ruido, ni en el exceso, ni en la prisa. Nacerá donde siempre, en lo pequeño, en lo humilde, en lo que apenas ocupa espacio, pero lo lleno todo.

    Para muchos venezolanos, la Navidad es una mezcla de alegría y nostalgia. Alegría por lo que aún se conserva. Nostalgia por lo que falta. Por los que están lejos, por las mesas incompletas, por las conversaciones que ahora se hacen a distancia y, aún así, se celebra. Porque celebrar también es una forma de resistencia silenciosa.

    La Navidad no pide explicaciones ni cuentas, pide memoria y afecto. Recordar de dónde venimos, a quién queremos y qué no estamos dispuestos a perder. El pesebre es, al final, un refugio simbólico, un lugar donde todo parece posible durante un instante.

    Hay años en los que uno no pide grandes cosas, basta con calma, con salud, con poder decir gracias sin ironía; con la esperanza de que el próximo año sea un poco más justo, un poco más amable.

    Cuando llegue la Nochebuena, cada quien la vivirá a su manera. Algunos con ruido y risas. Otros en silencio, pero todos compartiendo lo mismo, el deseo íntimo de que algo bueno empiece o vuelva.

    Que esta Navidad nos encuentre más humanos, más atentos, más capaces de cuidar. Que el Niño Jesús, cuando nazca, nos recuerde que incluso en tiempos difíciles, el amor sigue siendo una tarea posible.

    Por Pedro Adolfo Morales Vera, economista, abogado, criminólogo, politólogo, historiador, documentalista.