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Debates Debates Irán Irán Tribuna Ghazaleh Soltani
Cinéaste iraní
Mientras los cuatro realizadores iraníes son piojos para los Oscar bajo cuatro cortinas diferentes, la cineasta iraní Ghazaleh Soltani rappelle, en una tribuna en el mundo, la necesidad de una consideración internacional exigeant para distinguir el verdadero cine iraní.
Publicado hoy a las 17h00 Tiempos de Conferencia 4 min.
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DY en un momento sin precedentes en la historia del cine, cuatro cineastas iraníes se remontan a este año en ruta hacia los Oscar, bajo cuatro cortinas diferentes: Un simple accidente, de Jafar Panahi, para la Francia; Las cosas que matas, d’Alireza Khatami, para Canadá; Conejo Negro, Conejo Blanco, de Shahram Mokri, para Tayikistán; y Causa de muerte: Desconocida, d’Ali Zarnegar, para el Irán.
Esto puede parecer extraño y una realidad dolorosa: el cine independiente iraní está perdido en el vestíbulo; il s’est dispersé aux quatre coins du monde.
Pour une cinéaste qui, comme moi, a longtemps affronté the censure, le patriarcat Institutionalisé et l’exclusion systématique, jusqu’à ce que el exil devienne la única vía posible, este instante es hecho de emociones contradictorias. La alegría de ver que, malgré les interdictions, la voix libre du cinéma iranien traspasa encore les frontières. Et la tristesse de constater que l’Iran, cette patrie meurtrie, ne peut plus accueillir ses enfants artistas.
Jafar Panahi, qui vit toujours en Irán, un torneo Un simple accidente clandestino, malgré son interdiction de travailler. A peine libre de sus restricciones de viaje, il s’est rendu à Cannes, où il a reporté la Palme d’or. Et pourtant, c’est la France, non l’Iran, qui présente son film. Ce n’est pas seulement una elección artística: c’est una gesta política. Le monde soutient una voix que son propre pays tente de réduire au quiet. Panahi está condenado a una prisión por las críticas exprimidas al extranjero. En République islamique, non seulement filmer, mais aussi parler, peut devenir un crime.
Cuatro trayectorias, una sola historia. Alireza Khatami, instalado entremeses de Irán, una tienda colgante de los años de gira Las cosas que matas Dans hijo paga. Son refus de la censure lui a valu des refus répétés de permis de tournage. Il a dû réaliser son film en Turquie, en turc, avec le lamento constante de ne pas avoir pu filmer en persan. Cette année, c’est le Canada qui porte sa voix. La question demeure: pourquoi un cinéaste iranien doit-il quitter son pays pour être vu?
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