La Virgen María se vino al piso cuando del cielo empezaron a caer explosivos. La imagen religiosa estaba junto a la cama donde dormía Enrique Aguilar, un campesino y adulto mayor que había vivido en una casa durante más de medio siglo sobre la angosta calle de la estación de policía, la Alcaldía, el Archivo Municipal y la sede del Banco Agrario.
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Es el corazón del municipio de Buenos Aires, en el norte del Cauca, que hoy busca levantarse de entre los escombros por uno de los más feroces ataques de los disidentes de ‘Iván Mordisco’, recordando las cruentas tomas guerrilleras de hace 20 años.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
Buenos Aires es una pequeña localidad que se redujo a finales de los años 80, cuando el entonces corregimiento de Suárez pasó a ser uno de los municipios vecinos, que también está acosado por las disidencias.
Ese 16 de diciembre, al momento en que los 32.000 habitantes de Buenos Aires apenas se estaban despertando, el pueblo empezó a temblar por las detonaciones.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
“Supe lo que era el terror, no el miedo. Las explosiones eran por dron”. Don Enrique, a sus más de 70 años, reconoce esos dispositivos que cientos de disidentes –hay quienes aseguran que eran entre 100 y 500 hombres armados– utilizaron contra el pueblo, destruyendo la Alcaldía, el banco, el Archivo y la sede de la Policía, al igual que una decena de casas, entre ellas, la del campesino Aguilar, que en ese momento salió solo con su sombrero y la ropa que tenía puesta.
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“Yo estaba descalzo. Estoy vivo de milagro”. Pero ya no puede regresar a vivir en su hogar por las grandes grietas y el piso lleno de destrozos.
Los funcionarios de la Alcaldía no alcanzaron a llegar a sus puestos de trabajo en una zona que se convirtió en un campo de guerra.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
‘¡Corran, son cilindros!’“¡Van a explotar! ¡Corran, son cilindros!”, eran los gritos de mujeres y hombres que buscaban de apurar el paso cuando escuchaban explosiones y los primeros disparos. Ya eran más de las 6 de la mañana de aquel martes. Salieron de sus casas despavoridos con sus hijos; algunas madres, con sus pequeños en brazos, para tratar de huir, pero se dieron cuenta de que el municipio estaba completamente sitiado.
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Los disidentes habían dejado cilindros bomba en la mitad de las entradas y salidas de Buenos Aires, a dos horas y media por carretera desde Cali.
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Además, había 16 cilindros cargados entre Timba, corregimiento de Jamundí, en el Valle, y La Balsa, zona de Buenos Aires. Al tiempo, la disidencia atravesó furgones pinchados en los caminos. Algunos de los insurgentes usaron casas abandonadas, las más próximas a la estación ya la Alcaldía, como trincheras para descargar sus armas sin misericordia alguna.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
“Era pura maldad”, recuerda un habitante y otro dice: “Cogimos a los niños y empezamos a acomodarnos en otra casa”.
“Salgan de aquí, porque a este pueblo lo vamos a desaparecer”, había dicho un subversivo.
Algunas personas se alegraron cuando, a través de una rendija, vieron en el parque principal a hombres vestidos de camuflado. “¡Llegaron los soldados!”. Pero se desataron los disparos al Banco Agrario, dejándolo totalmente agujereado.
Buenos Aires, Cauca, destruida por disidencias. Foto:
Los tejados hechos de barro de las casas cercanas se venían abajo, así como los de la estación de Policía, el Archivo, la Alcaldía y la entidad financiera, toda una casona de hasta tres niveles.
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Las paredes se volvieron pesados bloques de cemento sobre salas, comedores, cocinas y las camas en las ya destechadas casas de estos caucanos. En la estación de policía se cayeron muros y otras estructuras. Una explosión averió la camioneta de la Fuerza Pública.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
Los 17 héroesEl ataque duró siete horas y fue repelido por 17 policías, entre ellos, la patrullera Karen Semanate. Cuando cayó un cilindro, uno de los muros se desplomó sobre dos uniformados. Pensaron que habían muerto.
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“Estábamos armados, pero por un momento dije: hasta aquí llegamos”, comenta la patrullera.
A unos metros de la estación se levantó una columna de humo por un voraz incendio que amenazó las viviendas. Las llamas se elevaron detrás de las casas en la calle de la estación y la Alcaldía.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
Las comunicaciones que el gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, alcanzaron a recibir daban cuenta de dos caídos por la patria. Desde ese momento clamaba por ayuda para los caucanos que resistían la acción más salvaje del terrorismo. El desespero y la angustia se mantenían en Buenos Aires.
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Había una volqueta con nueve cilindros, cada uno cargado con unas 100 libras de explosivos. Pudo haber causado una tragedia mucho mayor, como en aquella tarde de horror del 21 de agosto en Cali, cuando uno de los dos camiones bomba explotó, dejando más de 70 heridos y seis muertos, como hoy se lee en el último informe de la Secretaría de Salud distrital, aunque el alcalde Alejandro Eder ha sostenido que siete personas perdieron la vida.
Falló el mecanismo de detonación de los cilindros en esa volqueta parqueada en una de las calles de Buenos Aires y no explotó la granada arrojada a una garita con tres de los valientes policías que sacaron todo su coraje para defender y proteger el municipio.
Expertos antiexplosivos lograron desactivar la carga y evitar una tragedia Foto:Particular
Eran parte del milagro que imploraban en el pueblo, ruegos para que el bombardeo se detuviera, bajo un sol radiante, como lo dijeron a EL TIEMPO habitantes de Buenos Aires, además de líderes y defensores de derechos humanos de otras poblaciones cercanas.
Con el paso de las horas, Los 17 uniformados pudieron dar parte que todos estaban vivos y resistiendo, aunque ocho de ellos quedaron heridos.
El alcalde de Buenos Aires, Pablo César Peña, Recibió informes de que la Fuerza Pública tenía las vías bloqueadas. “Los pasos terrestres quedaron obstruidos, impidiendo que pudiera llegar”, dice el alcalde.
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“Con el corazón quiero comunicarle a la ciudadanía que esto produce una desilusión, una desesperanza muy grande. Pero nos toca resistir, avanzar y convertir todo este dolor, toda esta frustración, toda esta tristeza en fuerza para poder superar estas situaciones”, dice el alcalde que espera lograr trabajar con el Gobierno Nacional para pensar en la reconstrucción de las céntricas calles de su pequeño Buenos Aires.
Cuando el ataque cesó en la tarde de ese 16 de diciembre y la gente sintió que podía salir de sus escondites. Regresó a sus viviendas para encontrar el desastre y la desolación.
Alrededor de 10 casas están en ruinas, en torno a la esquina del Banco Agrario, junto a la Alcaldía y al lado del Archivo Municipal y la Policía. Claro está que no se ha podido hacer un censo.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
La población sacó sus teléfonos celulares para grabar videos y los enviaron por redes sociales, mostrando el grado de la devastación.
Esta casa editorial recibió grabaciones a las 2:30 pm del martes. El cielo se veía azul y despejado.
Horas después, el gobernador del Cauca se pronunció: “Lo que ocurre en Buenos Aires, Cauca es una agresión directa contra el Estado, la institucionalidad y la vida. Más de siete horas de hostigamiento armado, policías heridos, civiles bajo fuego, familias confinadas, el municipio incomunicado y un hospital atacado”.
“Desde el primer momento activamos todos los mecanismos y la Fuerza Pública está en terreno conteniendo la situación, pero esta ofensiva criminal desborda la capacidad departamental. Ministerio de Defensa, se necesita urgentemente más refuerzos en terreno, reacción inmediata, control total del territorio, y la protección ya de nuestra población civil”, había sido esa voz de alerta del gobernador.
A Buenos Aires llegó el alcalde de Suárez, ubicado a unos 25 minutos. Es César Cerón, quien extendió una mano amiga. Recuerda que El pasado 3 de noviembre, Suárez también vivió un ataque de los disidentes que provocó daños en 44 viviendas.
Destrucción e incertidumbre en Buenos Aires, Cauca. Foto:JUAN PABLO RUEDA
“Es una situación que hoy desborda toda la capacidad que nosotros tenemos como municipio. Siempre hemos salido a hacer el llamado al Gobierno Nacional para que atienda esta región del país”, comenta el alcalde Cerón. “Aún no hemos tenido una ruta clara de cómo se van a reconstruir”, Señala con algo de escepticismo.
“Yo lo que pido a los violentos y al Gobierno, pónganse la mano en el corazón. Esto es lo peor que ha sucedido”. Son las palabras del campesino Enrique, el del sombrero que salió descalzo como muchos de sus vecinos y que al volver a su casa para encontrar sus zapatos la vio hecha pedazos, como el corazón del pueblo.
CAROLINA BOHÓRQUEZ
Corresponsal de EL TIEMPO
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