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Monday, December 22, 2025
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    El jefe de espías de Estados Unidos, Gabbard, dice que Obama lideró un complot contra la victoria de Trump en 2016

    Puntos clave El jefe de inteligencia estadounidense acusó públicamente a la Casa Blanca saliente de Obama de dirigir una evaluación “fabricada” de Rusia destinada a dañar a Trump antes de que asumiera el cargo. Describió una secuencia de finales de 2016 que, en su relato, convirtió una teoría controvertida en un veredicto oficial: un informe presidencial retirado, una nueva evaluación apresurada y fuentes cuestionadas presentadas como de “alta confianza”. La sesión informativa también se centró en los medios tradicionales, destacando al New York Times y al Washington Post y señalando la cobertura ganadora del Pulitzer que, según los funcionarios, ayudó a cimentar la narrativa. El árbitro entra al campo El Director de Inteligencia Nacional está por encima de las agencias de inteligencia de Estados Unidos y debe coordinar su trabajo en una imagen coherente para el presidente. En pocas palabras: el DNI debe ser el árbitro del mundo secreto, no un jugador más en el campo.

    Por eso esta rueda de prensa fue como una ruptura. La representante del DNI, Tulsi Gabbard, subió al podio y describió el fin de la presidencia de Barack Obama como una operación para atrapar al presidente entrante bajo sospecha.

    Enmarcó la desclasificación como una corrección después de casi una década de consecuencias: desconfianza pública, parálisis política y reputaciones destrozadas. El secretario de prensa, que la respalda, lo describió como uno de los mayores escándalos de la política estadounidense moderna.

    El jefe de espías de Estados Unidos, Gabbard, dice que Obama lideró un complot contra la victoria de Trump en 2016. (Foto reproducción de Internet) El giro que convirtió el caos en “ayudar a Trump” Gabbard trazó una línea clara entre dos ideas. Dijo que Rusia buscaba sembrar discordia en Estados Unidos.

    Pero dijo que la Evaluación de la Comunidad de Inteligencia del 6 de enero de 2017 fue más allá al afirmar que Vladimir Putin “aspiraba a ayudar” a las posibilidades electorales de Trump. Dijo a los periodistas que el material desclasificado no muestra ningún informe directo en el que Putin exponga ese objetivo.

    También describió información de inteligencia que, según ella, apuntaba en la dirección opuesta: Rusia preparándose para una victoria de Hillary Clinton y reteniendo material dañino para usarlo después de las elecciones, para debilitar lo que Moscú veía como una presidencia inevitable de Clinton.

    Eso, sugirió, hizo que el juicio pro-Trump de “aspiraba a ayudar” no sólo fuera cuestionable, sino construido.

    El rastro del papel y el coste humano Luego, Gabbard recorrió una línea de tiempo diseñada para mostrar cómo la narrativa se volvió oficial. Describió una sesión informativa postelectoral del 5 de diciembre de 2016 ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes en la que el FBI y la ODNI no mencionaron que Putin intentaba elegir a Trump.

    Describió un informe diario presidencial redactado el 8 de diciembre en el que se afirmaba que ningún actor ruso o criminal afectó el recuento de votos, y dijo que fue retirado horas antes de su publicación debido a “nuevas directrices”.

    Señaló una reunión del Consejo de Seguridad Nacional del 9 de diciembre y, posteriormente, un correo electrónico titulado “POTUS asigna tareas sobre la intromisión de Rusia en las elecciones”, ordenando a los líderes de ODNI que crearan una nueva evaluación ordenada por Obama.

    Ella describió esa evaluación como inusualmente limitada e inusualmente motivada: cinco analistas, un redactor principal y una fuerte dirección senior.

    Describió las objeciones de los veteranos, incluida una frase citada de que la CIA no tenía información directa de que Putin quería que Trump fuera elegido. Sin embargo, el producto final aún contenía ese juicio, dijo, con una confianza alta para la CIA y el FBI y una confianza moderada para la NSA.

    También describió el expediente Steele como referenciado y colocado en un anexo a pesar de las negaciones públicas en ese momento.

    A partir de ahí, describió las consecuencias tanto políticas como personales: los aliados de Trump, incluido su hijo Donald Trump Jr., fueron difamados como activos rusos, y la nueva administración pasó años gobernando bajo una nube que consumió oxígeno, tiempo y legitimidad.

    El megáfono y la lucha del legado La sesión informativa no se limitó al gobierno. Los funcionarios señalaron al New York Times y al Washington Post como amplificadores clave y dijeron que se deberían reconsiderar los premios Pulitzer vinculados a la cobertura.

    La oficina de Obama, citada en la sala, respondió que Rusia intentó influir en las elecciones pero no manipuló el recuento de votos. La respuesta de Gabbard fue que el escándalo no son las papeletas.

    Se trata de si un presidente saliente utilizó la autoridad de la inteligencia estadounidense para tenderle una trampa al siguiente, y si la “alta confianza” fue análisis o poder para protegerse a sí mismo.

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