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Monday, December 22, 2025
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    Milei cede a la presión del FMI y abre la puerta al riesgo de inflación

    Después de dos años de priorizar “un dólar barato” como ancla para mostrar las cifras de inflación a la baja, el gobierno del presidente Javier Milei ha cedido a las presiones de Washington para fortalecer las reservas internacionales de Argentina.

    El anuncio de una actualización de las bandas de negociación del tipo de cambio del peso, indexándolas a la inflación a partir de enero, confirma un cambio pragmático: el equipo económico de Milei está sacrificando la desaceleración de la inflación en un intento por mejorar el perfil crediticio de Argentina y reducir una prima de riesgo país que, incluso después de probar el bono Bonar 2029, ha luchado por caer por debajo del umbral de los 600 puntos básicos.

    La lectura más matizada del mercado es que el esquema de “remonetización” revelado por el Banco Central (BCRA) está diseñado para darle a la autoridad monetaria un respiro para comprar divisas, al tiempo que permite que el tipo de cambio suba sin intervención. Sin embargo, el costo de esa “flexibilidad” es un piso más alto para los precios.

    Un ex director del Banco Central, hablando extraoficialmente con Perfilexplicó uno de los mayores desafíos que plantea el nuevo marco: “Una aceleración de la devaluación establecerá un piso para la inercia inflacionaria a menos que la recesión se profundice”. La lógica es que al indexar el límite superior de la banda a cifras anteriores del IPC, las expectativas se refuerzan a sí mismas. Para evitar que los pesos “remonetizados” se conviertan en dólares, argumentó la fuente, “se necesitan altas tasas de interés en pesos, o en instrumentos locales en dólares, para evitar la fuga de capitales”.

    En conferencia de prensa, el gobernador del BCRA, Santiago Bausili, insistió en que “el nuevo régimen cambiario es consistente con la trayectoria descendente de la inflación” y calificó la medida como “un aporte a la reducción de la incertidumbre”.

    Algunas voces del mercado sostienen que se producirá el efecto contrario. Hace apenas un mes, el ministro de Economía, Luis Caputo, dijo a la Fundación FIEL que las bandas estaban “bien calibradas”, defendiendo la rigidez del techo cambiario.

    Cuestionado por la prensa sobre el cambio, Bausili sostuvo que incluso con cambios, este sigue siendo “el mejor régimen”, y que la indexación de la inflación no implica un tipo de cambio peso-dólar “mayor o menor”, ​​sino más bien “un mayor grado de flexibilidad”.
    En la jerga financiera, esa flexibilidad se lee como una corrección forzada por la escasez de divisas.

    Más allá de la inflación, la pregunta más importante es la viabilidad financiera del plan de acumulación de reservas de la administración Milei. El economista Pablo Moldovan cuantificó el desafío que enfrentará el gobierno el próximo año; Según su análisis, el BCRA está poniendo dos condiciones para comprar reservas: aumento de la demanda de pesos y suficiente oferta de dólares.

    “La primera condición parece más fácil. Si la economía crece, crece la demanda de pesos. La segunda condición parece mucho más difícil”, advirtió Moldovan.

    Las cifras del sector exterior para 2026 están al límite. Para evitar que la deuda pública absorba las reservas que el Banco Central promete acumular, el Tesoro de Argentina necesitaría refinanciar (“refinanciar”) vencimientos por valor de alrededor de 14 mil millones de dólares en el mercado voluntario. “Un objetivo muy ambicioso para el primer año de regreso a los mercados”, concluyó Moldovan.

    El sector privado también tendría que desempeñar su papel. Para equilibrar el mercado de divisas y cubrir un déficit de cuenta corriente, las empresas necesitarían aumentar su deuda externa neta en otros 14 mil millones de dólares. Esto implicaría entradas mensuales promedio de capital privado de 1.700 millones de dólares, un nivel que, según datos históricos, sólo se ha alcanzado en seis meses durante los últimos 23 años.

    El esquema presentado por Bausili contiene una paradoja: si la economía se recupera y el consumo aumenta, la demanda de importaciones –y por lo tanto de dólares– aumentará, ejerciendo presión sobre el límite superior de la banda. Además, el turismo emisor amenaza con seguir ejerciendo presión si el tipo de cambio real se aprecia o se percibe como barato.

    La conclusión que circula en las mesas de negociación es que, a menos que el financiamiento externo aparezca en volúmenes récord, el esquema sólo funciona con una recesión que aplana la demanda de importaciones y el consumo para evitar presiones sobre el dólar. “Necesitan comprar 14.000 millones de dólares para hacer frente a los vencimientos del Tesoro y 10.000 millones de dólares para remonetizar la economía. Es mucho”, resumió el ex Banco Central consultado por este medio.

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