Argentina se ha acercado a un regreso a los mercados internacionales de deuda al abordar dos cuestiones clave que han preocupado a los inversores: un peso sobrevaluado y una escasez de reservas de divisas fuertes.
El Banco Central de la nación dijo el lunes que comenzará a relajar gradualmente el estricto control que mantiene sobre la moneda. A partir de enero, le permitirá operar dentro de un rango que se expande en línea con la inflación, pasando efectivamente a un ritmo de alrededor del 2,5 por ciento mensual, desde el uno por ciento actual. Los funcionarios también dijeron que van a comenzar a comprar dólares lentamente para recuperar las agotadas reservas de efectivo del Banco Central sin sacudir demasiado la moneda.
En conjunto, los cambios de política aumentan el impulso del presidente Javier Milei en casa y en Wall Street, donde busca regresar a los mercados de deuda globales por primera vez desde que su predecesor entró en default en 2020. Si bien los analistas acogieron con agrado las medidas, también advirtieron que la lucha de Milei contra la inflación –que impulsó su popularidad en la primera mitad de su presidencia– será más dura con controles cambiarios más flexibles.
“Los cambios en el sistema de bandas cambiarias son un beneficio neto para los bonos en dólares”, dijo Jared Lou, gerente de cartera de William Blair. “La liquidez externa es actualmente el mayor riesgo en Argentina y esto ayudará a aliviar las preocupaciones y también acelerará el cronograma para que Argentina recupere el acceso al mercado”.
Los rendimientos ahora están cerca del 10 por ciento, un nivel que los funcionarios han señalado a los inversionistas que se sentirían cómodos emitiendo nuevos billetes: una infusión de dólares que Argentina podría usar para pagar la deuda externa. Argentina debe pagar alrededor de 4.500 millones de dólares en enero y una cantidad similar para julio.
El ministro de Economía, Luis Caputo, dijo el martes que el pago de enero “no es un problema”, señalando que Argentina tiene alrededor de 7.000 millones de dólares disponibles de un repo bancario, además de líneas de swap de divisas, para cubrirlo. El gobierno podría incluso refinanciarlo, añadió.
La semana pasada, el país vendió bonos en dólares con ley local en una medida considerada como un ensayo para la reanudación del endeudamiento externo. Los bonos, con vencimiento en noviembre de 2029, tenían un precio de rendimiento del 9,26 por ciento. La demanda por la venta de mil millones de dólares alcanzó los 1.420 millones de dólares y la asignación de valor en efectivo de la venta fue de 910 millones de dólares.
Al alinear las llamadas bandas monetarias con la inflación, los funcionarios están respondiendo a las preocupaciones de los inversores de que el rango de negociación no se estaba ampliando lo suficientemente rápido, lo que alimentó el debate sobre un peso sobrevaluado. En el otro extremo, la reconstrucción de las reservas, aunque sea de manera constante, podría aumentar la confianza en que el Banco Central tendrá más municiones para defender el peso ante un posible shock del mercado en el futuro. La falta de reservas fue una de las razones por las que el Tesoro estadounidense compró pesos en octubre para estabilizar los mercados y, en última instancia, ayudar al partido La Libertad Avanza de Milei a ganar las elecciones de mitad de período.
“Para los inversores, el anuncio elimina una importante fuente de incertidumbre en torno al régimen cambiario y aborda directamente nuestra principal preocupación: la falta de acumulación de reservas”, dijo Thierry Larose, gestor de cartera de Vontobel.
Milei ahora lidera el grupo más grande en el Congreso y está impulsando el primer proyecto de ley de presupuesto de Argentina en años, así como una amplia reforma laboral, ambos presagian más legislación económica en materia de impuestos y pensiones. Su renovada fuerza política ha ayudado a reducir el riesgo soberano de Argentina después de que se disparó antes de las elecciones de mitad de período. El diferencial con respecto a los bonos del Tesoro estadounidense de referencia es de poco menos de 600 puntos básicos, el más bajo en casi un año.
Detrás de escena, los funcionarios del Banco Central están más centrados en la volatilidad del peso –y cómo afecta la demanda de la moneda– que en fijar como objetivo un tipo de cambio específico, según una persona con conocimiento directo del asunto. En un país donde los locales ahorran en dólares y ganan en pesos, las oscilaciones monetarias tienden a erosionar la demanda de pesos, avivar la inflación y, en última instancia, alterar la política.
Para evitar ese tipo de volatilidad el lunes, el Tesoro de Argentina compró 320 millones de dólares fuera del mercado –más de los 300 millones de dólares de volumen de operaciones regular del día– para evitar imponer demasiados pesos a los operadores y correr el riesgo de debilitar la moneda.
Si los 320 millones de dólares hubieran ido directamente al mercado el lunes, “probablemente habría afectado” su estabilidad y funcionamiento, dijo el gobernador del Banco Central, Santiago Bausili.
El Banco Central de Bausili quiere mantener la interferencia limitada, planea comprar sólo el cinco por ciento del volumen diario en el mercado de divisas y dice que podría cambiar de rumbo a medida que evolucione la demanda de dinero, según el comunicado del lunes. Los funcionarios saben que necesitan monitorear cualquier caída en la demanda de dinero que podría reaparecer en enero y febrero en medio de cambios estacionales después de los pagos de bonificaciones y gastos de vacaciones, dijo la persona, que pidió no ser identificada debido a discusiones internas.
En una conferencia de prensa posterior al anuncio, Bausili reiteró que los cambios seguían siendo consistentes con la reducción de la inflación porque los funcionarios anticipan que la demanda de dinero se expandirá el próximo año junto con el crecimiento económico.
“Este es un paso positivo”, dice Martín Rapetti, director ejecutivo de la consultora Equilibra, con sede en Buenos Aires. Las medidas de política “añaden un elemento de impulso inflacionario. Como venimos diciendo desde hace algún tiempo, es un costo que vale la pena pagar”.
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por David Feliba e Ignacio Olivera Doll, Bloomberg