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Monday, December 22, 2025
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    La etiqueta estadounidense de terrorismo para la mayor red de narcotraficantes de Colombia choca con las conversaciones de paz

    Puntos clave La designación terrorista del Clan del Golfo por parte de Washington amplía la red legal mucho más allá de las incautaciones, apuntando a las finanzas, los facilitadores y cualquiera que brinde “apoyo material”. La medida llega en medio de las conversaciones de Colombia respaldadas por Doha para desmovilizar a miles de combatientes, lo que pone los mecanismos de negociación bajo nueva presión. La decisión también indica una postura más dura de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico oriental, donde los ataques a presuntos barcos de contrabando habrían dejado al menos 95 muertos desde principios de septiembre. Estados Unidos ha reclasificado formalmente al Clan del Golfo de Colombia (ampliamente visto como la organización traficante más grande del país) como grupo terrorista, una etiqueta diseñada para enemigos del Estado en lugar de criminales de oportunidad.

    Es un paso burocrático con graves consecuencias: una vez que una organización es tratada como “terrorista”, el objetivo no es sólo interceptar drogas, sino criminalizar e intimidar a todo el ecosistema que mueve dinero, compra combustible, alquila barcos, lava ganancias o mira silenciosamente hacia otro lado.

    El secretario de Estado, Marco Rubio, formuló la decisión como una promesa de utilizar “todas las herramientas disponibles” para proteger a los estadounidenses de los flujos de drogas y cortar “el financiamiento y los recursos” al grupo.

    La etiqueta estadounidense de terrorismo para la mayor red de narcotraficantes de Colombia choca con las conversaciones de paz. (Foto reproducción de Internet) En la práctica, eso significa sanciones más duras, congelaciones de activos más amplias y un mayor alcance procesal para cualquier cosa que se considere apoyo, directo o indirecto.

    El giro es el momento oportuno. El 5 de diciembre, funcionarios colombianos y representantes del clan se reunieron en Doha, Qatar, y acordaron mantener las conversaciones hacia el desarme y la “pacificación” en los territorios que controla el grupo.

    La planificación del proceso incluye una fecha de inicio del 1 de marzo de 2026, para que los combatientes comiencen a reunirse en tres zonas designadas.

    Las estimaciones sobre el tamaño del grupo varían: el gobierno colombiano lo ha estimado entre 6.000 y 7.000 miembros, mientras que los recuentos de las fuerzas de seguridad discutidos durante las conversaciones han citado cifras cercanas a los 9.000.

    Para los lectores en el extranjero, esto es importante porque el negocio del Clan no es local. La inteligencia colombiana lo ha descrito durante mucho tiempo como un importante exportador de cocaína hacia Estados Unidos y Europa, lo que significa que cualquier escalada puede afectar las rutas migratorias, la seguridad portuaria, el escrutinio de los envíos y el cumplimiento financiero.

    Los bancos, las empresas de logística e incluso las organizaciones benéficas pueden enfrentar un mayor riesgo si las transacciones tocan redes que luego supuestamente se cruzan con el grupo. La designación también llega en medio de una relación política amarga.

    Estados Unidos sancionó al presidente Gustavo Petro en octubre de 2025; Rubio se ha burlado públicamente de él; y Petro ha criticado la campaña de deportaciones de Trump, convirtiendo lo que podría haber sido una medida técnica de seguridad en un mensaje más fuerte sobre quién establece los términos.