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Tuesday, December 23, 2025
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    Rafael Grossi advierte sobre un mundo fragmentado y volátil en el inicio de su candidatura a la ONU

    Rafael Grossi quiere convertirse en secretario general de la ONU. Foto: Informes ArgentinaRafael Grossi se incorporó formalmente a la contienda de las Naciones Unidas (ONU) para suceder al secretario general António Guterres en un momento que describe como de “tremenda fragmentación” en la política global. El diplomático argentino, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) desde 2019, considera que el panorama geopolítico actual está marcado por conflictos superpuestos, alianzas debilitadas y un recelo generalizadouna “guerra arancelaria” y una creciente mentalidad de disuasión nuclear que impulsa a cada vez más países a desear “el botón nuclear”.

    Tras este escenario se esconde lo que él considera uno de los principales desafíos: la frágil legitimidad de las instituciones multilaterales, especialmente tras no haber logrado prevenir ni poner fin a importantes conflictos internacionales como los de Ucrania o Gaza. “Las Naciones Unidas, que se encuentran en una profunda crisis de credibilidad y de efectividad”, afirmó Grossi en una entrevista exclusiva con Perfil, posteriormente adaptada para Argentina Reports.

    Consciente del impredecible cambio en el orden global, advirtió sobre la creciente irrelevancia de la organización en medio de la escalada de tensiones nucleares y la transición hacia un mundo multipolar. “Si usted se fija en todas las recientes crisis que mencioné y muchas otras —Camboya, Tailandia, India, Pakistán, Azerbaiyán, Armenia, Sudán del Sur, Gaza—, hay un común denominador: la ausencia de las Naciones Unidas. Esto no puede continuar”, declaró, agregando que 80 años después de su creación, la organización sigue siendo «indispensable» para la seguridad y la paz mundial.

    A sus 64 años, Grossi es el primer latinoamericano en liderar el organismo de control nuclear de la ONU tras cuatro décadas como diplomático argentino, una trayectoria que suele reflexionar a través de su activa presencia en redes sociales. Su candidatura a secretario general de la ONU, el cargo más importante de la diplomacia global, fue respaldada formalmente por el gobierno argentino a finales de noviembre y se presentará públicamente en Buenos Aires el 22 de diciembre, en un evento patrocinado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

    Desde ese escenario, se espera que Grossi —quien se ríe cuando se le pregunta por el apodo de “el Papa nuclear”, un guiño en los círculos diplomáticos argentinos al Papa Francisco— esboce una visión para una ONU que, cree, necesita un tipo diferente de liderazgo en un momento de cambio globaldonde incluso regiones históricamente “pacíficas” están en juego, como América Latina, que ahora está perturbada por nuevas tensiones en el Caribe entre Estados Unidos y Venezuela.

    “La postulación surge de mi convencimiento personal, forjado no a través de bibliotecas sino de mi experiencia al frente de un organismo como la OIEA, donde he tenido el manejo de crisis internacionales de alta tensión, como en el Oriente Medio, lo referido a Irán oa Siria, o naturalmente en el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania, en relación a la central nuclear de Zaporiyia”. Esas experiencias, argumenta, ofrecen una para abordar las debilidades actuales de la ONU. «Si usted se fija en todas las crisis recientes que mencioné y muchas otras —Camboya, Tailandia, India, Pakistán, Azerbaiyán, Armenia, Sudán del Sur, Gaza—, hay un común denominador: la ausencia de las Naciones Unidas. Esto no puede continuar».

    La propuesta de Grossi, afirma, es restaurar lo que considera una responsabilidad abandonada: el papel central de la ONU en la gestión de la paz y la seguridad internacional. «Debemos hacer todos un aporte para que esta plataforma —que sigue siendo indispensable, más allá de sus carencias y de sus falencias— vuelva a ser creíble y efectiva», insistió.

    También habló sobre las amenazas de muerte que recibió durante la guerra entre Israel e Irán —por las que permanecen bajo protección— y describió con preocupación el crítico estado de la central nuclear de Zaporizhia en Ucrania, a pesar de las conversaciones en curso con ambas partes. «Yo tengo una función en este caso específico, que es la protección del régimen internacional de no proliferación, evitar un accidente nuclear. Y esto me lleva, justamente, a tener que dialogar y conversar con todos».

    El análisis de Grossi de los cambios económicos y políticos globalesEn su análisis, Grossi describe un cambio en el centro de gravedad económica hacia Asia, pero advierte que no se debe exagerar la idea de un simple “cambio de poder”.

    «Sí, es natural que, teniendo economías de la talla y la dimensión de China o de la India, Japón, el sudeste asiático, naturalmente existe un porcentaje del producto bruto global en esa región que la hace muy determinante, también como mercado presente y futuro en particular para la Argentina, que ya es un actor y exportador importante en esa región, pero debe serlo aún más, y esto requiere una fina lectura de inteligencia económica, comercial y también política», explicó. Argentina, insistió, debe perfeccionar su inteligencia económica dada la importancia de estos mercados.

    Pero añade que la economía no puede disociarse de la política: «Pero en un tiempo histórico como el que estamos viviendo, con tremendas fragmentaciones, con el retorno de guerras y conflictos armados —en Oriente Medio, en Europa, inclusive en África—, tensiones en el Indo-Pacífico y demás, yo creo que es indispensable que a la lectura económico-financiera puramente profesional se agregue una mirada desde la política internacional».

    El jefe nuclear de la ONU cercano al presidente MileiUno de los debates internos que Grossi abordó fue el programa nuclear argentino y su estrecha relación con Estados Unidos, un eje clave de la política exterior argentina bajo la presidencia de Javier Milei. Esto implica no solo una profunda cooperación financiera —como se vio con el rescate anunciado por Scott Bessent— sino también la coordinación en áreas cruciales como el desarrollo militar y nuclear. Al ser preguntado sobre las críticas de sectores de la oposición argentina que afirman que el acuerdo FIRST recientemente firmado con Washington implica una pérdida de soberanía, el diplomático fue categórico: «Firmar acuerdos de cooperación con un país no implica necesariamente una cesión de soberanía. Creo yo que, si se lo plantea en esos términos, el concepto es absolutamente desproporcionado».

    Grossi —quien apoyó la agenda nuclear del presidente Milei durante su campaña para la nominación ante la ONU, incluyendo el llamado “Plan Reidel” elaborado por el asesor especial Demian Reidel— se mostró optimista. «Argentina es un país que tiene tres centrales nucleares, capacidad de diseño, de producción e inclusive de exportación. Por tanto, tiene capacidades demostradas», afirmó.

    Sin embargo, sobre la situación internacional actual de la “proliferación nuclear”, Grossi presenta un panorama preocupante. “Existe un reverdecer —lamentablemente— de la disuasión nuclear. Las potencias poseedoras de armas nucleares mantienen sus arsenales e inclusive los están aumentando y modernizando”, advirtió. “Al mismo tiempo, existen fuertes presiones de proliferación en otros países que acaso están considerando, de manera más y más intensa, dotarse del arma nuclear como disuasivo en un momento donde las garantías de seguridad —inclusive las alianzas estratégicas que existen— parecen estar menos sólidas que en el pasado”. En su opinión, es discutible si esto constituye una nueva carrera armamentista, pero “la dimensión nuclear de las tensiones internacionales está creciendo, indudablemente”.

    Una respuesta a las acusaciones de parcialidadAl hablar sobre Irán, confirma las negociaciones en curso que involucran a múltiples actores, incluyendo conversaciones con líderes mundiales como el presidente estadounidense Donald Trump durante su visita a la Casa Blanca en octubre. “Estoy en contacto también permanente con las autoridades iraníes, europeas, rusas, chinas, tratando de buscar una solución duradera”. Señaló que la situación dista mucho de resolverse, especialmente tras la guerra de doce días con Israel, y destaca el arsenal iraní de “400 kg de uranio enriquecido al 60% (esto es a un nivel casi militar o de derivación para la fabricación de armas nucleares) siguen allí”. Los inspectores, afirma, deben reanudar su trabajo sobre la base del acuerdo marco en negociación.

    Las acusaciones de parcialidad —de ambos bandos en múltiples conflictos— son, según él, parte del trabajo. “Hay quienes dicen que soy un título sionista y otros que dicen lo contrario. Un día, los proucranianos dicen que estoy en el bolsillo del presidente Putin porque me veo con él, y otro día, cuando estoy con el presidente Zelenski, los prorrusos dicen que estoy del otro lado”. Eso, argumenta, es precisamente lo que exige la diplomacia: “Esto es lo que se debe hacer: dialogar, conversar, proponer soluciones concretas a los problemas graves que existen”.

    Grossi también habló abiertamente sobre las amenazas que ha recibido. “Las amenazas de muerte sobre mi persona, naturalmente, han sido muy traumáticas. Lamentablemente, continúa con seguridad personal, porque los expertos en la materia consideran creíbles las amenazas”. “Pero más allá de eso, creo que, especialmente en momentos de tensión como estos, no se debe claudicar —y mucho menos frente a amenazas—”, añadió.

    En cuanto a la central nuclear de Zaporizhia —la instalación más grande y con mayor riesgo de Europa—, Grossi confirma que el peligro persiste. Sin embargo, destaca un avance reciente:

    “Hemos logrado en la OIEA, después de una mediación entre Rusia y Ucrania, comenzar las tareas de reparación de las líneas de alta tensión externas que alimentan la planta y que habían sido destruidas o interrumpidas”. Su destrucción, explica, había hecho que la planta perdiera alimentación externa y dependiera de generadores diésel portátiles: “lo cual es un sentimiento para la planta nuclear más importante de Europa”. El episodio, afirma, ilustra tanto la fragilidad de la región como la importancia de la presencia continua de la OIEA in situ.

    La evaluación de Grossi sobre los conflictos internacionales y el futuro de su candidaturaEn cuanto a la evaluación más amplia de Grossi sobre el entorno internacional, analizó que el panorama global está marcado por fenómenos sin precedentes, como el regreso de la guerra convencional a Europa, la crisis en Oriente Medio, África y el Indopacífico. A esto, añadió el uso político de los aranceles y la erosión de alianzas de larga data, con un guiño a la competencia entre Estados Unidos y China. “La fragmentación, la polarización y la conflictividad: ese es el hilo conductor”.

    Para Grossi, esta es precisamente la razón por la que el próximo secretario general de la ONU debe replantear el papel de la organización y reconstruir su capacidad para colaborar con nuevas agrupaciones geopolíticas como el G20, los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái. “Somos actores sobre la realidad geopolítica, a la cual tenemos que moldear de modo tal de evitar el conflicto. Ese es el desafío de la diplomacia, hoy y siempre”.

    En conclusión, la propuesta de Grossi no es ni triunfalista ni ingenua. Es la visión de un diplomático formado en la lenta y técnica tarea de tender puentes en un mundo cada vez más fracturado. Su candidatura, afirma, no se basa en la teoría, sino en su experiencia en la gestión de crisis en algunos de los focos geopolíticos más peligrosos del mundo. “La postulación surge de mi convencimiento personal, forjado no a través de bibliotecas sino de mi experiencia al frente de un organismo como la OIEA”, reflexionó.

    Si ese mensaje podrá resonar en un panorama internacional cada vez más dividido es la pregunta que definirá su candidatura en los próximos meses, ya que la decisión recae en última instancia en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sus próximos pasos serán cruciales, sobre todo al enfrentarse a su principal rival, la expresidenta chilena Miche. lle Bachelet, su competidora directa en la carrera por convertirse en la segunda secretaría general latinoamericana después del peruano Javier Pérez de Cuéllar, y por renovar el liderazgo de la organización en un momento convulso para la gobernanza global.

    Artículo escrito por Cecilia Degl’Innocenti en Argentina Reportajes. Versión en castellano para El Nacional

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