Puntos clave 1. El organismo de control fiscal de Colombia dice que el déficit primario subyacente del gobierno es de alrededor del -2,9% del PIB, la lectura más débil desde 1998.
2. La advertencia llega después de un intento de flexibilizar la regla fiscal y después de rebajas de la calificación crediticia, mientras el Congreso se ha resistido a nuevas medidas de ingresos para 2026.
3. Para los expatriados y los inversores extranjeros, el riesgo es una cadena familiar: mayores costos de endeudamiento, presión sobre el peso y presupuestos futuros más ajustados.
La última señal provino del CARF, el comité independiente de reglas fiscales de Colombia. Informó que el “saldo primario ajustado cíclicamente” se ha deteriorado a aproximadamente -2,9% del PIB, volviendo al territorio de finales de los noventa.
El concepto es más simple que la etiqueta: comparar lo que el Estado recauda con lo que gasta, excluir los pagos de intereses y luego eliminar los efectos temporales de los auges y las recesiones.
En términos sencillos, Colombia se está endeudando para financiar compromisos rutinarios, incluso antes de pagar intereses sobre la deuda existente.
El ajuste del ciclo del CARF es importante porque elimina la reconfortante ilusión de un buen año para las materias primas.
Cuando los precios del petróleo o del café suben, los ingresos parecen más saludables; el balance ajustado pregunta si la política realmente mejoró o si el estado simplemente disfrutó de una ganancia inesperada.
Detrás de las cifras se esconde un problema estructural que los extranjeros a menudo pasan por alto: el presupuesto es difícil de doblar.
El organismo de control fiscal de Colombia genera alarma a medida que el déficit regresa a los niveles de 1998 El organismo de control fiscal de Colombia genera alarma a medida que el déficit regresa a los niveles de 1998 Los analistas suelen estimar que cerca del 90% del gasto nacional está efectivamente limitado por mandatos, asignaciones y compromisos legales.
Esa rigidez convierte los errores de pronóstico en verdaderos agujeros. Si los ingresos están por debajo de lo planeado (porque el crecimiento es más débil o las recaudaciones decepcionan), el gasto no sigue rápidamente y la brecha se convierte en deuda.
La política ha agudizado el dilema. El gobierno buscó margen de maniobra a través de una “cláusula de escape” en el marco fiscal, medida que criticó el CARF.
Posteriormente, las agencias calificadoras rebajaron la calificación del crédito soberano de Colombia, señalando resultados fiscales más débiles y un camino menos convincente para estabilizar la deuda.
Más recientemente, el Congreso rechazó una propuesta fiscal vinculada a la financiación del presupuesto de 2026, reduciendo el conjunto de opciones limpias.
Lo que sucede después afecta la vida diaria. Si los mercados exigen mayores rendimientos, las hipotecas y el crédito empresarial se revalorizarán.
Si el peso se debilita, los costos importados aumentan. Y si el ajuste llega tarde, a menudo se traduce en recortes contundentes a la inversión y el mantenimiento.