Puntos clave Los nacimientos en Brasil cayeron un 5,8% en 2024, la caída más pronunciada en más de 30 años y la sexta caída anual. Las mujeres jóvenes y adolescentes tienen muchos menos bebés, mientras que más mujeres retrasan la maternidad hasta los 30 años. Un Brasil envejecido y con un crecimiento más lento enfrentará mayores costos de pensiones y salud y mercados laborales más ajustados. Brasil acaba de registrar su mayor caída de nacimientos en más de tres décadas. Nuevos datos de la agencia de estadísticas IBGE muestran alrededor de 2,44 millones de nacimientos en 2024, aproximadamente 146.000 menos que un año antes, una caída del 5,8%.
Es una caída mayor que durante el susto del Zika en 2016 o el primer año de Covid en 2020. El cambio no está impulsado por una sola crisis. Continúa una caída de seis años y refleja un cambio más amplio en la forma en que los brasileños forman familias.
Hace veinte años, poco más de la mitad de todos los bebés nacían de madres de 24 años o menos. Hoy esa proporción es aproximadamente una de cada tres, y la maternidad adolescente se ha reducido casi a la mitad. Al mismo tiempo, cada vez más mujeres tienen hijos más tarde, después de más años de estudio y trabajo.
Brasil registra su mayor caída de nacimientos en más de tres décadas. (Foto reproducción de Internet) Detrás de estas opciones se esconde una realidad económica más dura. La vivienda es cara, las escuelas públicas y los servicios de salud varían en calidad y la inseguridad pesa sobre la vida.
Para muchas parejas, especialmente en las grandes ciudades, la respuesta racional es tener menos hijos e invertir más en cada uno. Los sistemas tributarios y los programas sociales hacen poco para recompensar la vida familiar estable o el ahorro, y los debates sobre políticas familiares a menudo se pierden en ruidosas guerras culturales.
Las cifras ya están remodelando la población. El número promedio de hijos por mujer en Brasil ha caído a alrededor de 1,5, muy por debajo del nivel necesario para mantener estable a la población.
Las muertes están aumentando a medida que grandes generaciones avanzan hacia la vejez, y el IBGE proyecta que la población total comenzará a reducirse a principios de la década de 2040.
Para los expatriados e inversores, esto es más que una curiosidad. Un Brasil más viejo y con un crecimiento más lento probablemente signifique impuestos más altos, edades de jubilación más tardías y nuevas oportunidades para la migración calificada.
También conlleva una lección más amplia: cuando los países retrasan las reformas que apoyan el trabajo, la familia y las empresas, la demografía acaba imponiendo su propia disciplina más contundente.