Puntos clave Una planeada Ley Granito de Estados Unidos permitiría a los estadounidenses demandar a funcionarios extranjeros que intenten censurar su discurso en línea. Los partidarios ya citan al juez de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes, como el principal ejemplo. La verdadera batalla es sobre quién establece las reglas de expresión en plataformas globales utilizadas mucho más allá de cualquier país. Fuera de Brasil, pocas personas conocían a Alexandre de Moraes hasta que sus órdenes judiciales comenzaron a llegar a las grandes plataformas de redes sociales.
Como juez de la Corte Suprema, dirigió investigaciones sobre ataques en línea a instituciones brasileñas y ordenó la eliminación de publicaciones que, según los críticos, iban mucho más allá de las fronteras de Brasil, llegando a usuarios y empresas estadounidenses.
La Ley Granite surge de la reacción a ese alcance. Redactado por primera vez como un proyecto de ley estatal en Wyoming, ahora se promueve como modelo para otros estados y para el Congreso.
La idea es contundente: si un gobierno, agencia o funcionario extranjero intenta censurar un discurso que estaría protegido en Estados Unidos, los estadounidenses afectados podrían demandarlo en los tribunales estadounidenses.
Ley Granito: Una reacción contra la libertad de expresión en Estados Unidos pone bajo escrutinio al máximo juez de Brasil. (Foto reproducción de Internet) Para hacer realidad esa amenaza, la propuesta atravesaría el escudo habitual de la inmunidad soberana en los casos de censura y abriría la puerta a indemnizaciones por daños muy cuantiosas.
La Ley Granito señala retroceso En un lenguaje sencillo, les dice a los funcionarios extranjeros: si tocan el discurso estadounidense, podrían enfrentarse a un juez estadounidense y a una pesada factura. Los partidarios dicen que Moraes encaja en el modelo.
Lo acusan de utilizar órdenes selladas, elevadas multas diarias y amenazas de bloquear plataformas para presionar a las empresas para que eliminen contenido político.
Para ellos, este es un ejemplo de cómo los reguladores de Brasilia, Bruselas y Londres exportan reglas de expresión más estrictas a todo el mundo a través de empresas tecnológicas globales.
Detrás de esto se encuentra la frustración entre los estadounidenses que ven cómo las agencias extranjeras castigan a sus empresas mientras que los ciudadanos estadounidenses no tienen una forma directa de contraatacar.
El proyecto Granite canaliza ese estado de ánimo en una advertencia clara: si se censura a los estadounidenses en línea, se esperan consecuencias en suelo estadounidense. Para los expatriados y lectores extranjeros, la lección es sencilla.
Internet se está convirtiendo en un espacio donde los sistemas legales chocan. Si avanzan medidas como la Ley Granito, un fallo en Brasil podría terminar siendo probado en un tribunal estadounidense, y el escenario en línea se volverá más controvertido y político.