Puntos clave El gobierno de México dice que los asesinatos se han reducido en más de un tercio, pero el país sigue siendo uno de los más violentos del mundo. Unos pocos estados industriales y fronterizos son los causantes del peor derramamiento de sangre y de las mayores mejoras recientes. La caída de las cifras de homicidios ayuda a la deslocalización y al turismo, pero la extorsión, el miedo y las personas desaparecidas muestran cuán frágiles son los logros. El nuevo presidente de México cuenta una historia tranquilizadora. En sus primeros 14 meses, el número promedio de personas asesinadas cada día cayó de casi 87 a aproximadamente 55.
Noviembre de 2025 fue el noviembre menos mortífero en diez años. Sobre el papel, el país finalmente se está alejando de los peores años de la guerra contra las drogas.
Para los lectores extranjeros, esto suena como un simple éxito. En realidad, es una corrección después de años en los que el Estado a menudo se alejó de la confrontación directa con el crimen organizado mientras prometía “paz” a través de programas sociales.
Los homicidios dejaron de dispararse, pero se mantuvieron dolorosamente altos. La nueva tendencia está impulsada por unos pocos estados clave. Guanajuato, símbolo de las guerras de los cárteles, ha reducido a la mitad sus asesinatos diarios.
La impresionante disminución de los asesinatos en México y la violencia que aún no se ve. (Foto reproducción de Internet) Baja California, Estado de México, Sinaloa y Tabasco también reportan claras caídas. Al mismo tiempo, sólo siete estados siguen representando aproximadamente la mitad de todos los asesinatos.
Grandes zonas del país se sienten más tranquilas, mientras que otras siguen atrapadas entre grupos rivales y maquinarias políticas locales. Los delitos de alto impacto muestran un patrón similar.
Los datos oficiales reportan menos feminicidios, menos secuestros y menos robos violentos que en 2018. Eso ayuda a las empresas a mover mercancías, operar fábricas y asegurar a sus trabajadores.
Pero la extorsión sigue aumentando, a menudo se ejecuta desde las prisiones y se aplica mediante el miedo en lugar de mediante tiroteos abiertos. Es el impuesto silencioso que las pandillas imponen a las pequeñas empresas y a los camioneros.
Las encuestas nos dicen que alrededor de seis de cada diez mexicanos todavía se sienten inseguros en su ciudad. Miles de personas siguen desaparecidas. Para los expatriados, inversores y turistas, el mensaje es claro.
México se está volviendo estadísticamente menos mortífero, ayudado por una vigilancia policial más enfocada y la presión de las empresas y los votantes locales. Pero la verdadera prueba es si la gente corriente puede vivir, trabajar y hablar libremente sin pedir permiso a hombres armados.