Puntos clave Donald Trump quiere que su asesor de confianza Kevin Hassett dirija la Reserva Federal, convirtiendo un trabajo técnico en un juego de poder de alto riesgo. Los inversores globales temen recortes de tipos impulsados por la política, no por los datos, en una economía estadounidense que ya está muy endeudada y alimentada por la inteligencia artificial. Detrás de escena, Washington está remodelando silenciosamente la gente y las reglas de la Reserva Federal de maneras que podrían aumentar o reducir los costos de endeudamiento desde São Paulo hasta Seúl. El próximo presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos suele ser el tipo de noticias que sólo obsesionan a los operadores de bonos. Esta vez es diferente. El candidato preferido de Donald Trump, Kevin Hassett, no es un banquero central más.
Es el confidente económico más cercano de Trump, un economista experimentado que comparte los instintos del presidente y tiene su oído. Sobre el papel, Hassett está altamente calificado: ex miembro del personal de la Reserva Federal, tiene una larga trayectoria en política económica y es respetado en muchos círculos del mercado.
Lo que pone nerviosos a los inversores no es su currículum sino su lealtad. Les preocupa que en un momento difícil sea más probable que respalde las demandas de Trump de dinero más barato que decirle que no.
Mire dónde se encuentra Estados Unidos. La deuda pública ronda el 120-125% del PIB, cifra inusualmente alta para un país rico. Los fondos de crédito privado, que operan en gran medida fuera de las reglas bancarias tradicionales, han aumentado a alrededor de 1,3 billones de dólares y ahora financian una gran porción del endeudamiento corporativo.
La reestructuración de la Reserva Federal de Trump: cómo un presidente leal podría reescribir las reglas del dinero global. (Foto reproducción de Internet) Al mismo tiempo, los gigantes tecnológicos están invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en proyectos de inteligencia artificial. El índice S&P 500 ha subido casi un 50% desde principios de 2022 gracias a ese optimismo.
Traducido al lenguaje cotidiano: el sistema está al límite. Los gobiernos, las empresas y los mercados se están apoyando fuertemente en la promesa de que el crecimiento y la innovación rescatarán a todos.
Riesgo de la Reserva Federal y presión política Un presidente de la Reserva Federal considerado ansioso por recortar las tasas de interés en ese entorno podría inflar aún más la burbuja. O, si las cosas van mal, podría hacer que la resaca sea más dolorosa.
Los mercados de bonos ya están lanzando una pequeña advertencia. Desde que Hassett surgió como favorito, el rendimiento de los bonos gubernamentales estadounidenses a 10 años ha aumentado en lugar de caer, incluso cuando los rumores sobre futuros recortes de tasas se han vuelto más fuertes. Normalmente, las tasas más bajas esperadas hacen bajar los rendimientos a largo plazo.
El hecho de que hayan subido sugiere que los inversores están añadiendo silenciosamente un recargo de “riesgo político” a la deuda estadounidense. Los grandes gestores de activos esbozan cuatro caminos posibles.
En el mejor de los casos, el ruido se desvanece y la Reserva Federal se mantiene firmemente guiada por su mandato y los datos. De manera más realista, ven una lenta erosión de la independencia: una atención menos rígida a la inflación, más sensibilidad a los ciclos electorales, más presión para mantener los mercados tranquilos a cualquier costo.
En el extremo, imaginan una presión legal y política tan fuerte que la Reserva Federal efectivamente pierde su capacidad de resistir a la Casa Blanca. Pocos esperan el peor de los casos, pero el hecho de que personas serias incluso lo modelen es revelador.
Los partidarios del enfoque de Trump argumentan que la Reserva Federal ha estado demasiado distante de los líderes electos y demasiado cautelosa respecto del crecimiento. En su opinión, reequilibrar el poder lejos de los tecnócratas no electos y hacia funcionarios responsables es saludable.
Acogen con agrado las medidas que dan a Washington más voz sobre los nombramientos de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal y los 12 bancos regionales.
Las propuestas del Secretario del Tesoro, Scott Bessent, para endurecer las reglas de residencia para los presidentes regionales y el impulso para promover a economistas leales y amigables con el mercado como Hassett y Stephen Miran encajan perfectamente en esta estrategia.
Los críticos, especialmente en los círculos académicos y progresistas, ven un panorama diferente. Para ellos, una Reserva Federal más política corre el riesgo de repetir los errores de la década de 1970, cuando los líderes toleraron demasiada inflación durante demasiado tiempo y luego tuvieron que aplastar la economía para restaurar la credibilidad.
Temen que una vez que se desdibuje la línea entre la banca central y la política cotidiana, será difícil volver a trazarla. Las redes sociales amplifican ambos lados.
Las voces pro-Trump saludan una Reserva Federal de Hassett como el fin de lo que consideran una clase de expertos arrogantes que ignoraron a los trabajadores comunes y corrientes. Los promotores de las criptomonedas argumentan que cualquier señal de intromisión política en el dólar hace que alternativas como Bitcoin sean más atractivas.
Los economistas tradicionales advierten que este tipo de sentimiento especulativo puede extenderse a los salarios reales, los ahorros y las pensiones. Éste no es un drama abstracto de Washington.
Las decisiones de la Reserva Federal sobre las tasas de interés fijaron un piso para los costos de endeudamiento global, ya sea para la infraestructura brasileña, las hipotecas europeas o la financiación del comercio asiático.
Una Reserva Federal tranquila y basada en datos mantiene ese piso predecible. Una Reserva Federal vista como un brazo de la presidencia introduce nueva incertidumbre que puede encarecer los préstamos y hacer que los flujos de capital sean más inestables, incluso lejos de las costas estadounidenses.
Al final, la pregunta es simple pero profunda: ¿el banco central más poderoso del mundo seguirá siendo un árbitro que sigue reglas claras o se convertirá en un instrumento más directo del poder elegido? La presión de Trump hacia Kevin Hassett es la prueba más visible hasta el momento.
El resultado ayudará a decidir qué tan seguros están sus ahorros, qué tan alta será la tasa de su hipoteca y qué tan estable se sentirá su moneda local en los próximos años, ya sea que esté mirando desde Nueva York, Lisboa o Río de Janeiro.