Puntos clave 1. Investigadores belgas han allanado oficinas de política exterior de la UE y el Colegio de Europa en una investigación de fraude en una importante academia diplomática.
2. El asunto se suma al escándalo Qatargate de dinero por influencia, lo que agudiza las dudas sobre una cultura de impunidad en Bruselas.
3. Al mismo tiempo, la UE está poniendo a prueba los límites legales a los activos rusos congelados, lo que plantea serias dudas sobre los derechos de propiedad y la confianza.
Cuando la policía belga llega a la propia sede de política exterior de la Unión Europea, el problema ya no es una “cuestión de percepción”. Es un golpe directo al corazón de Bruselas.
La nueva investigación de corrupción afecta a la ex jefa de política exterior de la UE, Federica Mogherini, y al Colegio de Europa, una escuela que durante mucho tiempo ha dado forma a las futuras elites del bloque.
En el centro del caso está la Academia Diplomática de la UE, inaugurada en 2021-22 para formar a funcionarios jóvenes.
Los investigadores sospechan que información confidencial del Servicio de Acción Exterior de la UE fue transmitida al Colegio antes de una licitación multimillonaria.
Están examinando posibles fraudes, corrupción, conflictos de intereses y violaciones del secreto, y han allanado oficinas de la UE, edificios universitarios y domicilios privados.
El shock de corrupción en Bruselas expone una crisis de crédito moral – El shock de corrupción en Bruselas expone una crisis de crédito moral. El shock de corrupción en Bruselas expone una crisis de crédito moral Mogherini y el alto diplomático Stefano Sannino han sido interrogados y apartados de sus cargos mientras estaban siendo investigados.
Niegan haber actuado mal, pero el daño ya es político. Un programa diseñado para proyectar la competencia y los valores europeos parece ahora otro ejemplo de cómo personas internas tratan con personas internas.
El momento no podría ser peor. Bruselas todavía está luchando por recuperarse del Qatargate, el escándalo de 2022 que expuso bolsas de dinero en efectivo, un vicepresidente del Parlamento derrocado y acusaciones de compra de influencias extranjeras.
Muchos ciudadanos ya sospechaban que las grandes conversaciones sobre los “valores europeos” enmascaraban una actitud más suave hacia las fechorías en las altas esferas. Ver a la policía registrar el propio brazo diplomático de la UE refuerza esa sospecha.
Esto está sucediendo justo cuando la UE intenta diseñar esquemas en torno a los activos congelados del banco central ruso. Los líderes quieren utilizar las ganancias de esos activos, o incluso préstamos respaldados por ellos, para financiar a Ucrania durante años.
Sus partidarios lo llaman política creativa. Los críticos ven acrobacias legales que podrían socavar la confianza en Europa como una jurisdicción segura para el capital.
Para los expatriados y los lectores extranjeros, la historia es más grande que un contrato o un funcionario. Se trata de crédito moral.
Bruselas quiere que los contribuyentes acepten costos más altos y quiere que los socios acepten sus sermones sobre ética y Estado de derecho.
Eso sólo funcionará si se aplican los estándares más estrictos en la cima de su propio sistema, no sólo a aquellos a quienes le gusta criticar.