23.7 C
Buenos Aires
Wednesday, December 24, 2025
More

    Tres textos en homenaje a Allan Brewer-Carías (1939)

    ALLAN BREWER-CARÍAS (1939), ARCHIVO FAMILIARLos textos de Enrique Urdaneta Fontiveros, Fortunato González Cruz y Francisco González Cruz forman parte del homenaje a Allan Brewer-Carías publicado en esta sección web del Papel Literario, los días 15 y 16 de noviembre.

    Allan Brewer-Carías: una vida consagrada al pensamiento jurídico ya la República

    “Es difícil encontrar en nuestro medio una obra comparable. Brewer-Carías ha escrito centenares de libros y artículos y dictado innumerables conferencias, cursos y seminarios. Esa productividad sostenida es fruto de una vocación intelectual arraigada en la lectura, la reflexión crítica y el estudio del pensamiento jurídico universal”.

    Enrique Urdaneta Fontiveros

    En la vida intelectual de un país surgen, de tiempo en tiempo, figuras cuya presencia trasciende su propia disciplina y termina por convertirse en una referencia ineludible. Entre esos venezolanos excepcionales que, durante más de seis décadas, han sabido integrar pensamiento, magisterio, creación institucional y una dedicación constante al estudio, destaca de manera singular Allan Randolph Brewer-Carías. Su trayectoria y la proyección de su obra constituyen uno de los aportes más fecundos al Derecho Público contemporáneo ya la institucionalidad republicana.

    El reciente Papel Literario Delaware El Nacional dedicó un amplio homenaje a su figura que ofrece una mirada lúcida a la magnitud de su obra y permite comprender por qué su aporte desborda los límites del Derecho Administrativo y Constitucional para ubicarse en una dimensión mayor: la de la cultura jurídica y la tradición republicana del país. Lo que allí se recoge es, en esencia, el reconocimiento de una vida guiada por el rigor, la disciplina y un incesante afán de comprender las instituciones y el devenir nacional.

    Es difícil encontrar en nuestro medio una obra comparable. Brewer-Carías ha escrito centenares de libros y artículos y dictado innumerables conferencias, cursos y seminarios. Esa productividad sostenida es fruto de una vocación intelectual arraigada en la lectura, la reflexión crítica y el estudio del pensamiento jurídico universal. En cada una de sus publicaciones, conferencias y clases se entrecruzan la teoría constitucional, la organización del Estado, el papel de la justicia, la historia de las instituciones y la defensa del Estado de derecho. A ello se suma una labor de seguimiento y registro. Sus crónicas constitucionales constituyen un testimonio elocuente de los desvarios que han marcado nuestra accidentada vida republicana.

    A lo largo de su carrera, Brewer-Carías ha construido una visión amplia del constitucionalismo y de sus implicaciones en la vida política, social y cultural. Su pensamiento no se limita a describir instituciones. Las interroga, las contrasta con modelos comparados, las reconstruye históricamente y las mide frente a los principios de libertad, legalidad y dignidad humana. Esta perspectiva, que combina técnica, erudición y conciencia histórica, explica la influencia que ha ejercido más allá de nuestras fronteras y la proyección de su obra en el ámbito académico y jurídico internacional.

    La edición especial publicada en El Nacional Reúne textos de juristas, profesores y estudiosos de varias generaciones. Todos coinciden en subrayar la densidad de su obra y la huella que ha dejado en la formación de estudiosos. Esa coincidencia es un testimonio de la calidad de su pensamiento y de la autoridad intelectual que irradia su figura. Brewer-Carías pertenece a ese estirpe de maestros que logran convertir la enseñanza en una tarea de renovación permanente. No en vano Pedro Nikken lo calificó como “un fenómeno cultural dentro de la historia del derecho” y Román José Duque Corredor como “el jurista de la reinstitucionalización democrática”, expresiones que retratan con exactitud la magnitud de su obra.

    La vastedad de su trayectoria, al servicio del país, invita a una reflexión de más hondo calado. En tiempos en que la vida pública suele verse reducida a la inmediatez, la estridencia o el cálculo coyuntural, ejercitar la gratitud intelectual hacia quienes han defendido a capa y espada la institucionalidad democrática es un acto de afirmación cívica. Es reconocer que la excelencia, cuando es fruto de una vida dedicada al estudio y a la defensa de las instituciones, constituye un patrimonio que compromete a todos.

    Rendir homenaje a Brewer-Carías es, por tanto, algo más que celebrar una trayectoria ejemplar. Es recordar que la República necesita de la reflexión seria, del cultivo del Derecho y de la afirmación de los valores que hacen posible la convivencia civilizada. Celebrar su obra es un acto de justicia intelectual y, al mismo tiempo, un ejercicio de responsabilidad ciudadana.

    Reconocer su figura constituye un recordatorio de aquello que nos corresponde preservar. Es reafirmar la fe en las instituciones, la lucha por el Derecho y el empeño en sostener, aun en circunstancias adversas, la dignidad del pensamiento. En ese horizonte, la figura de Allan Brewer-Carías se alza como una de las más altas expresiones de nuestra tradición jurídica y republicana.

    Allan Brewer-Carías, municipalista

    “El gobierno local es una responsabilidad de sus ciudadanos, por ello el órgano político que lo ejerce tiene que ser colectivo, un cuerpo pluripersonal que sanciona las ordenanzas y decide en última instancia sobre las materias que debe atender”

    Fortunato González Cruz

    Cuando leo la obra del Dr. Allan Brewer-Carías con el ánimo de captar la naturaleza de sus ideas sobre el municipio, apelo al método weberiano para comprenderla y compartir con el que el municipio es la forma natural de autogobierno local, a despecho de los estructuralistas. No es una creación del Derecho sino una manifestación que surge de la comunidad para administrar su vida y ordenarla en función de sus necesidades y aspiraciones. No es un poder que domina, sino una organización que sirve y atiende los asuntos propios de la vida local. La Constitución lo integrará al Estado y tomará su particularidad más servicial que de jefatura, más horizontal que jerárquica, a riesgo de desnaturalizarlo.

    Para el jurista Brewer-Carías, el Municipio es la expresión política de cualquier comunidad que habita un territorio determinado y con un centro poblado, sin que lo cuantitativo pese más que lo cualitativo. El municipio gobierna el lugar propio donde moras y satisfaces tus necesidades existenciales y espirituales, que identifica y distingue. La consecuencia de este carácter tan particular es su diversidad, como las personas humanas. No existen ciudades iguales. En lo político, la consecuencia es el reconocimiento a su diversidad. No existe un espacio más importante que tu lugar. La polis, en el más puro sentido aristotélico.

    Como institución política local tiene que ser autónoma para tomar decisiones sobre los asuntos propios de la vida local, sin sujeción a otra autoridad. La autonomía es política, porque sólo sus habitantes están habilitados para ser municipios y elegirlos. Comprender la potestad de establecer reglas jurídicas locales que aseguren la convivencia, la tranquilidad, el bienestar y la prosperidad de sus habitantes con arreglo a sus propios intereses tanto individuales como colectivos. El gobierno local es una responsabilidad de sus ciudadanos, por ello el órgano político que lo ejerce tiene que ser colectivo, un cuerpo pluripersonal que sanciona las ordenanzas y decide en última instancia sobre las materias que debe atender, los ingresos propios y en que se deben gastar, y sobre cualquier otro asunto de interés local. Este ente se denomina Concejo Municipal, Cabildo o Ayuntamiento, palabras equivalentes, aunque puedan significar pequeñas diferencias. En un municipio bien organizado el Concejo debe asumir tanto el gobierno como la legislación y el control, si es pequeño también puede encargarse de la administración, pero lo recomendable es que la asuma un órgano unipersonal como el alcalde, que puede asumir o no la presidencia del concejo según la complejidad de la localidad. La autonomía se administra dentro de los principios de responsabilidad, cooperación, coordinación y solidaridad dentro del Derecho, que lo organiza todo.

    La diversidad de las comunidades es un hecho indiscutible y el Derecho tiene que reconocer la pluralidad de regímenes municipales, distintas formas de establecer su organización política. Existe un modelo histórico y mundial de Municipio que admite su alojamiento a las realidades locales y es esa una de las razones de su permanencia en el tiempo y también de su eficacia. El Concejo Municipal es el órgano insustituible porque sólo la representación de los vecinos elegidos democráticamente puede gobernarlo. No es una unidad administrativa sino representativa, de allí que los concejales deben ser personas con su modo de vida y sus ingresos personales, el servicio al municipio debe ser ad honorem con una dieta que recompense en el tiempo de las sesiones el gasto en que puedan incurrir si es el caso. Luego puede haber otros órganos como alcalde, síndico, secretario, administrador y cronista. No es lo mismo gobernar, a Caracas, a San Rafael de Mucuchíes, ni a Nueva York que son los lugares de Allan Brewer Carías. Él ha estudiado la organización política de la capital de Venezuela como de los municipios pequeños y sabe que tanto a Caracas como a San Rafael de Mucuchíes la legislación venezolana le han negado el gobierno autonómico, propio y racional que demanda. En la primera se ha establecido un caos y en la segunda se le niega su derecho al gobierno propio.

    La brevedad solo me deja espacio para agradecer sus lecciones y su ejemplo.

    Descentralización: camino al desarrollo integral

    “La lucha por la descentralización parte del convencimiento de que es más conveniente el gobierno local a los fines del respeto a la dignidad de la persona humana y la procura del bien común”

    francisco gonzález cruz

    La descentralización para Allan Brewer Carías es parte sustantiva de la lucha cultural por volver a lo propio, en lo que se refiere a la organización territorial de la república. La concentración del poder en un centro hegemónico no es compatible ni con la democracia, ni con la tradición indígena ni con la hispánica. No conocieron nuestras tierras imperios centralizados como los Aztecas o los Incas, ni ricos y autoritarios virreinatos como en México o Perú; en cambio la tradición municipalista encontró un marco natural en las organizaciones tribales, que al fin y al cabo son las instituciones que emergen del sentido común.

    La lucha por la descentralización parte del convencimiento de que es más conveniente el gobierno local a los fines del respeto a la dignidad de la persona humana y la procura del bien común. Que mientras más cerca de los habitantes de un lugar se tomen las decisiones, más adecuadas serán a los fines del bienestar social y ambiental. El verdadero desarrollo humano integral se construye con una sabia convergencia de lo global, lo nacional y lo local, partiendo desde la base del lugar.

    Provincias y municipios en Venezuela surgieron en las anchas regiones lejanas de la metrópoli, y también de los virreinatos que se establecieron en América Hispana, y así la vida cotidiana se actuó conforme a la tradición castellana-leonesa, a la que los habitantes primigenios se amoldaron de forma natural.

    La designación del caraqueño Allan Brewer Carías como Ministro de Estado para la Descentralización fue una luminosa idea del tachirense Ramón J. Velázquez cuando se encargó de la presidencia de la república, luego de la salida de Carlos Andrés Pérez, quien fue el que dio el paso político inicial del proceso de descentralización con la elección popular de gobernadores y alcaldes.

    Tocó a la persona mejor dotada del país para estos menesteres, darle piso político, administrativo y financiero a la descentralización, mediante una formidable y fecunda labor en apenas ocho meses en su despacho de Miraflores lidiando con el poder central, y en una febril actividad a lo largo y ancho del país, acompañando a gobernadores, alcaldes ya la sociedad civil organizada.

    Doble tarea ciclista en un país que se había acostumbrado al ce ntralismo luego de la guerra de independencia, que creó una cultura de suficiencia en los poderes centrales y de minusvalía en regiones y provincias, y alimentada por caudillos militares, o de civiles vestidos con charreteras. La capital y el interior, como paradigma, y ​​no las provincias unidas como fue emergió el que del largo proceso de integración nacional.

    La primavera democrática que se inició en 1958 alimentó el proceso de rescate de lo propio, pero los partidos de ADN centralista fueron lentos y torpes para entender las nuevas realidades. Y le tocó a ese gobierno provisional entre el 4 de junio de 1993 y el 2 de febrero de 2024, adelantar con audacia ese proceso, con la entusiasta participación de la mayoría de los gobernantes provinciales y locales, y con la indiferencia de los dos grandes partidos: Acción Democrática y Copei. En seguida se inició el retroceso.