El estado de ánimo económico de Europa finalmente está cambiando, pero sólo por poco. En noviembre, el principal indicador de confianza de la eurozona, el indicador de sentimiento económico, subió por tercer mes consecutivo hasta los 97 puntos.
Se trata del nivel más alto desde la primavera de 2023, pero aún por debajo de la línea 100 que marca tiempos “normales”. La Unión Europea en general mostró un patrón similar, con su lectura subiendo a 96,8, la mejor desde febrero.
Detrás de esas cifras secas hay una región que ha evitado la recesión pero aún no ha redescubierto su energía. Las empresas constructoras son menos pesimistas. Los minoristas sienten que el negocio está mejorando.
Las empresas de servicios, desde el turismo hasta el apoyo empresarial, informan de mejores carteras de pedidos. Sin embargo, los consumidores siguen claramente pesimistas y las fábricas están atrapadas en una crisis, enfrentando altos costos, burocracia y una demanda global débil.
España es el protagonista sorpresa de esta historia. Su índice de confianza saltó de 103,9 en octubre a 105,9 en noviembre, su mejor puntuación desde septiembre de 2024 y cómodamente por encima del promedio de largo plazo.
La confianza en la eurozona alcanza su nivel más alto en dos años con España a la cabeza. (Foto reproducción de Internet) Esa fortaleza proviene principalmente del comercio minorista y los servicios, ayudados por el empleo, el turismo y un entorno más fluido para hacer negocios. Italia, Francia y Polonia también registraron pequeñas ganancias, mientras que Alemania y los Países Bajos cayeron ligeramente, lo que subraya cómo el núcleo industrial tradicional todavía está pasando apuros.
Los datos monetarios cuentan una historia similar de recuperación cautelosa en lugar de auge. Los préstamos bancarios a empresas de la eurozona están creciendo a aproximadamente un 2,9% anual, y los préstamos a hogares aumentan un 2,8%.
El dinero en sentido amplio, una medida conocida como M3, se está expandiendo alrededor del 2,8%. Hay crédito disponible, pero las empresas y las familias tienen cuidado de asumir nuevos riesgos. Para los observadores que miran desde fuera, esto es importante por una sencilla razón.
Europa no se está desmoronando, pero es poco probable que genere un crecimiento rápido en todos los ámbitos. Las oportunidades más interesantes se encuentran en los países que protegen la estabilidad básica, dan la bienvenida a la inversión y dejan respirar al sector privado.
En este momento, España parece más cercana a ese campo que algunos de sus vecinos más grandes del norte. Con el tiempo, esa brecha puede determinar dónde aterrizan los empleos, las fábricas y los nuevos proyectos dentro del mercado único.