Ecuador ha obtenido un salvavidas de 1.400 millones de dólares del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo para abordar dos problemas que afectan al corazón de su estabilidad: los continuos apagones y las frágiles finanzas públicas.
El paquete indica que el gobierno actual está optando por soluciones ortodoxas y escrutinio externo en lugar de consignas fáciles y soluciones de corto plazo.
El Banco Mundial ha aprobado 1.100 millones de dólares. Alrededor de 900 millones de dólares irán directamente al presupuesto, vinculados al compromiso de mantener las cuentas públicas bajo control, apoyar la creación de empleo en el sector privado y proteger los programas sociales básicos.
La porción restante es una línea de crédito de emergencia diseñada para ayudar al estado a responder más rápida y profesionalmente a los riesgos climáticos y de desastres.
El BID se está centrando en la infraestructura física. Ha abierto una línea de crédito de mil millones de dólares para proyectos eléctricos, con un préstamo inicial de 300 millones de dólares actualmente en marcha y un costo total del proyecto de alrededor de 378 millones de dólares.
Ecuador obtiene un salvavidas de 1.400 millones de dólares para reparar su red eléctrica y calmar sus finanzas. (Foto reproducción de Internet) El plan incluye repotenciar más de 700 kilómetros de líneas de transmisión, modernizar los centros de control y ampliar la red para que más de 5.000 hogares en comunidades remotas amazónicas puedan estar conectados para 2031.
La solución energética de Ecuador se enfrenta a una dura realidad económica Las autoridades dicen que el abandono de los generadores diésel debería reducir alrededor de 1,3 millones de toneladas de CO₂. Este impulso se produce tras una dolorosa crisis eléctrica. En 2024, la sequía afectó a los embalses hidroeléctricos y las importaciones de energía desde Colombia se agotaron.
Las familias y las empresas soportaron recortes programados que en algunas áreas duraron hasta 14 horas al día, con pérdidas de producción de miles de millones. Fue un duro recordatorio de lo que sucede cuando se retrasa la inversión y los aranceles se manejan por conveniencia política.
Detrás de la historia de la energía se esconde un panorama macroeconómico ajustado. Ecuador está bajo un programa de cuatro años con el FMI por valor de unos 5.000 millones de dólares y enfrenta una deuda pública de aproximadamente 84.000 millones de dólares, cerca del 65% del PIB.
Estos nuevos préstamos deberían aliviar la presión a corto plazo, respaldar la confianza del mercado y dar al gobierno espacio para implementar políticas más disciplinadas.
Para los ecuatorianos la prueba es sencilla. Si las luces siguen encendidas, los empleos mejoran y las instituciones parecen más serias, esto se sentirá como una corrección de rumbo necesaria. De lo contrario, los votantes pueden decidir que sólo han cambiado un costoso experimento por otro.