Cuando el espíritu viaja con propósito
Hay noches en las que el cuerpo duerme, pero la conciencia despierta y se va: silenciosa, iluminada, luminosa. Está floreciendo: el momento en que el alma se desprende de sus densas ataduras y regresa a los mundos delicados, donde el tiempo se disuelve y el amor se convierte en ley natural.
No recuerdes todos los viajes espirituales cuando te despiertes. Algunas son visitas útiles, otras son lecciones ocultas que maduran el alma sin que la mente despierta se dé cuenta. Por eso, antes de acostarse, la petición es sagrada:
Para proteger el alma con una luz guía, sólo debes guiarla a los lugares donde necesita estar, ya sea para aprender, sanar, servir o liberarse.
Con esta petición nace un sentimiento de confianza. La energía de la persona se alinea con la energía de la mayor sabiduría. El velo abre los mundos lo suficiente como para permitir que el trabajo espiritual se realice de forma segura.
Cuando regresamos al cuerpo, llevamos dentro de nosotros fragmentos de luz, una nueva intuición y una paz inexplicable. Estos son los dulces recuerdos de un alma que viajó en una misión, asesorada y apoyada. No siempre es necesario comprender lo que sucedió; basta con sentir que algo en nosotros ha tocado una dimensión superior y ha regresado más despierto.
Una oración antes del lanzamiento espiritual
Querida Presencia Divina,
Ángeles de luz, guían y guardan mi camino,
Cúbreme ahora con tu amor y protección.
Mientras mi cuerpo descansa,
Que mi alma viaje segura a través del horizonte de luz, guiada sólo por manos sabias y buenas.
Llévame, por favor, donde pueda servir, aprender y sanar mejor.
Que sea un instrumento de paz, y que cada encuentro sea para un bien mayor.
Cuando regrese, devuélveme a mi cuerpo con serenidad, sabiduría y recuerdos de luz,
Que mi vida despierta refleje la armonía del alma que viajó en amor.
Así es, así queda.