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Tuesday, December 23, 2025
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    Residentes de favelas apoyan abrumadoramente la redada de la policía de Río a pesar del gran número de víctimas

    En las laberínticas favelas de Río de Janeiro –esos asentamientos informales densamente poblados donde millones de pobres urbanos de Brasil transitan la vida cotidiana bajo la sombra de poderosas bandas de narcotraficantes– una audaz operación policial ha encendido un debate global al mismo tiempo que se ha ganado silenciosos aplausos de aquellos a quienes afecta directamente.

    El 28 de octubre de 2025, Operação Contenção movilizó a 2.500 agentes para asaltar bastiones en los barrios de Penha y Complexo do Alemão, epicentros del cartel Comando Vermelho.

    Este notorio grupo, nacido en las cárceles durante la década de 1970, ha gobernado durante mucho tiempo a través del terror, la extorsión y las guerras territoriales, alimentando las asombrosas tasas de homicidios de Brasil: miles anualmente sólo en Río.

    La redada fue feroz: 121 personas murieron, incluidos 117 presuntos traficantes armados con armas de uso militar y cuatro agentes de policía.

    Las autoridades realizaron 81 arrestos, identificaron 99 cadáveres (42 con órdenes judiciales, 78 con antecedentes penales) y, lo que es más importante, no reportaron víctimas civiles inocentes, una rareza en este tipo de intervenciones.

    Residentes de favelas apoyan abrumadoramente la redada de la policía de Río a pesar del gran número de víctimas Residentes de favelas apoyan abrumadoramente la redada de la policía de Río a pesar del gran número de víctimas A nivel internacional, los titulares denunciaron el derramamiento de sangre como excesivo, haciéndose eco de las preocupaciones sobre los derechos humanos.

    Sin embargo, la historia detrás de la historia revela un profundo abismo entre los observadores distantes y las realidades locales.

    Una encuesta de AtlasIntel publicada el 31 de octubre mostró que el 88% de los residentes de las favelas aprobaban la acción, considerándola un golpe vital contra los opresores que restringen las libertades y siembran el miedo.

    A nivel nacional, la aprobación alcanzó el 55%, pero en estas comunidades, cansadas del dominio de las pandillas, la operación finalmente significó un respiro.

    Las élites de tendencia izquierdista, a menudo provenientes de enclaves cómodos, impulsan excusas sociológicas para justificar el crimen: culpan a la desigualdad y presentan a los traficantes como víctimas sociales.

    El llamado del Ministro de Vivienda, Guilherme Boulos, a un minuto de silencio por los sospechosos muertos generó desprecio: el 70% de los habitantes de las favelas lo consideraron inapropiado. Semejantes puntos de vista huelen a arrogancia, ignorando las dificultades vividas por quienes no tienen opciones.

    Las estrategias conservadoras, que favorecen la rendición de cuentas firme en lugar de análisis interminables, se alinean mejor con las demandas públicas de operaciones repetidas.

    Aún así, las redadas tratan los síntomas, no raíces como la demanda de drogas o las fallidas políticas de prohibición global. Para los expatriados y forasteros, esto subraya el complejo rompecabezas de seguridad de Brasil: el verdadero progreso requiere escuchar a los vulnerables, no sermonear desde lejos.