Para los extranjeros que observan los diversos paisajes de Bolivia, la historia de su último cambio político se lee como un drama de supervivencia y reinvención de alto riesgo.
Rodrigo Paz, un senador pragmático e hijo de un expresidente, ganó la segunda vuelta de las elecciones de octubre de 2025 con más del 54% de los votos y estaba listo para asumir el cargo el 8 de noviembre.
Su victoria rompe un control de casi 20 años por parte de líderes arraigados cuya fuerte dependencia de las exportaciones de gas y alianzas rígidas dejaron a la economía con reservas en picada, una inflación que supera el 20% y una escasez crónica de combustible que ha paralizado la vida diaria.
Paz no perdió el tiempo y viajó a Washington esta semana para reparar los lazos cortados hace 23 años en medio de consecuencias diplomáticas.
Allí, se reunió con el Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y con prestamistas globales como el Banco Mundial y el FMI, asegurándose promesas de dólares y combustible para impulsar la recuperación.
El giro de Bolivia: un nuevo líder busca un nuevo comienzo con Estados Unidos en medio de la ruina económica El giro de Bolivia: un nuevo líder busca un nuevo comienzo con Estados Unidos en medio de la ruina económica “La ideología no alimenta a la gente”, bromeó Paz, señalando una ruptura con enredos pasados que priorizaban las posturas políticas sobre los beneficios prácticos.
Esta medida desató una feroz disputa en línea con Nicolás Maduro de Venezuela, quien lanzó acusaciones de traición, resaltando el desmoronamiento de las viejas e inquebrantables redes que alguna vez aislaron a Bolivia.
En casa, Paz hereda una nación que, según las proyecciones, verá una contracción del PIB hasta 2027, marcada por una mala gestión que despilfarró los recursos naturales.
Sin embargo, el optimismo parpadea: aliados desde Javier Milei de Argentina hasta Nayib Bukele de El Salvador están haciendo cola, con Milei asistiendo a la inauguración y Bukele ofreciendo ideas sobre la reforma penitenciaria.
Nueve naciones americanas, incluidos Estados Unidos y Ecuador, han prometido apoyo conjunto para estabilizar la economía.
La agenda de Paz incluye reanudar la cooperación antidrogas, aprovechar las vastas reservas de litio de Bolivia (23 millones de toneladas, las más grandes del mundo) para atraer inversiones y fomentar el comercio que contrarreste influencias distantes.
Para los expatriados y los observadores globales, esto no es sólo política; es una llamada de atención sobre el potencial de Bolivia como actor estratégico en América del Sur, donde las asociaciones inteligentes podrían generar prosperidad, frenar la delincuencia que se extiende a través de las fronteras y remodelar la dinámica regional para mejor.