En el corazón de América del Sur, el banco central de Colombia acaba de duplicar su precaución fiscal y mantuvo su tasa de interés de referencia fijada en 9,25% al 31 de octubre de 2025.
Esto marca la cuarta suspensión consecutiva, extendiendo la estabilidad hasta abril, en una votación dividida en la que cuatro miembros de la junta favorecieron el status quo frente a los llamados a recortes.
Para los forasteros que no están familiarizados con esta nación rica en petróleo de 52 millones de habitantes, es una historia clásica de independencia institucional que choca con la urgencia política.
El presidente del Banco, Leonardo Villar, que dirige el Banco de la República, destacó la necesidad de estar alerta en medio de una inflación del 5,2%, el doble de la meta del 3%.
A partir de las lecciones posteriores a la COVID, donde las tasas se dispararon al 13,25% en 2023 para combatir los aumentos de precios globales, el equipo de Villar prevé una caída gradual en 2026.
Este enfoque mesurado protege contra riesgos como el aumento de los costos de los alimentos o los desequilibrios comerciales, respaldando un mercado laboral con un desempleo en un envidiable mínimo del 8,2%.
Expertos de firmas como BBVA y Corficolombiana respaldan esto, pronosticando que no habrá cambios hasta fin de año, y le atribuyen el mérito de fomentar el crecimiento sostenible en una economía que oscila entre el 1% y el 2% anual.
El Banco Central de Colombia se mantiene firme: un nuevo choque sobre la prudencia económica El Banco Central de Colombia se mantiene firme: un nuevo choque sobre la prudencia económica Pero la administración del presidente Gustavo Petro ve números rojos. Con la ausencia del ministro de Finanzas, Germán Ávila, el suplente Carlos Betancourt presionó para que se redujeran las tasas para estimular el gasto y el empleo, incluso defendiendo aumentos salariales que podrían avivar las llamas inflacionarias.
Petro recurrió a las redes sociales, quejándose de que el alivio espera una actualización de la junta directiva en 2029, un golpe que Villar rechazó fríamente.
Esta fricción expone las tensiones democráticas de Colombia: un impulso progresista por impulsos inmediatos versus el enfoque del banco en una estabilidad duradera.
Para los expatriados que invierten en la floreciente escena tecnológica de Bogotá o en los paraísos para expatriados de Medellín, es revelador. Las tasas altas significan préstamos más caros, pero la inflación controlada preserva el impacto de sus pesos.
En una tierra de esmeraldas y empañadas, este enfrentamiento subraya cómo los mercados emergentes equilibran la ambición con la moderación: información vital para aprovechar las oportunidades sin los peligros de la volatilidad.