Puntos clave Perú comprará 54 tanques K2 y 141 vehículos blindados K808 en la mayor exportación de armas terrestres de Corea del Sur a América Latina. Un acuerdo entre gobiernos añade transferencia de tecnología y una planta planificada de 270 millones de dólares, convirtiendo a Perú en un centro de producción regional. La modernización reemplaza los tanques de la década de 1960 y acerca a Lima a socios asiáticos favorables al mercado justo cuando aumentan los riesgos de seguridad global. Perú acaba de tomar una de las decisiones de defensa más audaces de su historia moderna. Lima ha firmado un acuerdo marco con Seúl para adquirir 195 vehículos blindados de Corea del Sur: 54 tanques de batalla principales K2 Black Panther y 141 vehículos blindados de ruedas K808, y ahora se está negociando un contrato de implementación total.
Sobre el papel se trata de un negocio de armas. En la práctica, se trata de un reseteo completo de cómo el Perú equipa, entrena y piensa sobre su ejército. Hoy en día, muchas unidades peruanas todavía dependen de los viejos tanques T-55 de diseño soviético, producidos por primera vez en la década de 1950 y cada vez más difíciles y costosos de mantener.
El K2 trae computadoras modernas de control de fuego, mejor armadura y motores que pueden enfrentarse a los Andes y al desierto por igual. Los K808 brindan a la infantería una forma rápida y protegida de moverse a través de largas distancias, no solo arrastrarse en camiones vulnerables.
Perú logra el mayor acuerdo de armas terrestres con Corea del Sur en la historia de América Latina. (Foto reproducción de Internet) La estructura del acuerdo importa casi tanto como el hardware. En lugar de una compra única, Hyundai Rotem de Corea del Sur trabajará con la firma estatal peruana FAME para ensamblar vehículos localmente.
Los planes exigen una nueva planta de unos 270 millones de dólares, una fase inicial de vehículos importados para capacitación y luego años de producción bajo licencia con una proporción cada vez mayor de piezas fabricadas en Perú.
Para un país que a menudo importa productos terminados y exporta materias primas, ésta es una rara oportunidad de desarrollar capacidad industrial en el país. Esta elección también envía un discreto mensaje geopolítico.
Perú está comprando a un fabricante asiático democrático que ha construido su reputación sobre la base de la eficiencia, la disciplina exportadora y la seguridad estricta, no sobre grandes proyectos ideológicos.
Para los expatriados, inversionistas y vecinos que observan desde lejos, el acuerdo es un recordatorio de que el mapa de defensa de América Latina está cambiando y que Perú pretende estar del lado de países que todavía tratan la seguridad, la industria y las fronteras como asuntos serios.