Puntos clave El tráfico marítimo a través del Canal de Panamá se ha recuperado un 5,6%, aliviando los temores tras la sequía del año pasado. La recuperación está impulsada por la demanda navideña, las preocupaciones arancelarias y el hecho de que los barcos eviten zonas de conflicto en otras rutas. Un canal estable mantiene los precios y los tiempos de entrega bajo control para los consumidores de toda América y más allá. Para la mayoría de la gente, el Canal de Panamá es una línea abstracta en un mapa. En realidad, esta estrecha franja de agua decide silenciosamente qué tan caro será su próximo teléfono, camiseta o juguete.
Después de una de las peores sequías de su historia, el canal ha vuelto a algo parecido a la normalidad. En octubre, 1.029 barcos cruzaron la vía fluvial, un 5,6% más que un año antes.
En un día normal pasan ahora unos 33 barcos, y en los días de mayor actividad el canal alcanza 38 cruces, cerca de su capacidad actual. El recorrido medio por las esclusas dura unas 10 horas y media.
Esto suena lento, pero en términos de transporte marítimo global es un pequeño milagro de coordinación: miles de contenedores se mueven del Pacífico al Atlántico en menos de medio día.
El rebote silencioso del Canal de Panamá y el costo oculto del transporte marítimo global. (Foto reproducción de Internet) Detrás del rebote hay una historia muy práctica. Los importadores se apresuran a llenar los inventarios de Navidad y Año Nuevo. Muchos también están moviendo sus mercancías antes para adelantarse a aranceles nuevos o más altos.
No es la ideología lo que llena el canal, sino las fábricas, los almacenes y los minoristas que intentan planificar el futuro. La geopolítica añade otra capa. Los ataques y las tensiones en el Mar Rojo han hecho que algunas rutas sean más riesgosas y caras.
Para ciertos servicios Asia-Europa y Asia-América, pasar nuevamente por Panamá parece más seguro y más fácil de predecir. Todo esto ocurre después de meses en los que la escasez de agua obligó a limitar estrictamente el número de barcos y el peso de la carga, lo que obligó a algunas empresas a desviarse por Sudamérica.
Esos desvíos significaron facturas de combustible más altas, tiempos de entrega más largos y, al final, presión sobre los precios pagados por los hogares comunes y corrientes. Por lo tanto, la silenciosa recuperación del canal es más que un éxito técnico.
Es un recordatorio de que las reglas estables, la gestión competente y el respeto por las rutas comerciales son enormemente importantes para el costo de vida, especialmente en economías abiertas desde Brasil hasta México y mucho más allá.