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economía economía Canadá Canadá Con la firma de un protocolo de acuerdo para una nueva tecnología oléoduc y la posible expansión de terminales gaseosos, el gobierno canadiense hace de los combustibles fósiles el pivote de una estrategia para sumar el país al rango de «superpotencia energética».
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En 2015, de la tribuna del Lloyd’s en Londres, Mark Carney, junto con el gobernador del Banque d’Angleterre, alertó a los aseguradores británicos en la « tragedia del horizonte »el peligro del cambio climático que el mundo de las finanzas se niega a anticipar. Dix ans plus tard, jueves 27 de noviembre, le même homme, devenu premier ministre du Canada, firmó un acuerdo jetant les bases d’un oléoduc qui pourrait acheminer quotidiennement un millón de barils de gasolina issus des sables bitumineux de l’Alberta vers la côte ouest. Le mémorandum tient cependant, pour l’heure, davantage de l’accord de principe, l’entreprise privée chargée de la building n’ayant pas encore été identifiée.
Para justificar la tentación, Mark Carney invoca el deseo de una transformación radical de la economía canadiense, actuando que los Estados Unidos, todos los países históricos, no pueden ser más considerados como tales, y que deben ser libres de depender de su voz. « Les Etats-Unis ont changé. C’est leur droit. Nous devons nous adaptador. C’est notre imperativo »en el currículum vitae del 27 de noviembre. Diversifier les débouchés du pétrole canadien, dont plus de 95 % des exportations mettent encore le cap vers les Etats-Unis, permettrait, selon lui, de réduire les «ventes au rabais» Realisées sur le marché américain: Ottawa a l’Asie en ligne de mire.
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