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Monday, December 22, 2025
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    Los apagones en Cuba muestran lo que sucede cuando un país se queda sin energía

    Puntos clave Un nuevo colapso de la red de Cuba sumió a La Habana y cuatro provincias occidentales en la oscuridad, afectando a millones de personas. Años de inversión insuficiente, control centralizado y caída de las importaciones de combustible han convertido los cortes de electricidad en una rutina diaria. La crisis ofrece una advertencia a otros países que coquetean con un fuerte control estatal y débiles incentivos para la inversión. Alrededor de las cinco de la mañana, la mayor parte de La Habana desapareció. Las farolas se apagaron y barrios enteros desaparecieron en la oscuridad. Sólo los hospitales y algunos hoteles turísticos permanecieron encendidos, funcionando con sus propios generadores.

    Una falla en una importante línea de transmisión había aislado a la capital de plantas clave alimentadas con petróleo hacia el este, dejando a oscuras cuatro provincias occidentales de un solo golpe. Para los cubanos, este no fue un evento extraño sino el último capítulo de una historia familiar.

    Durante el año pasado, la isla sufrió varios colapsos de la red eléctrica a nivel nacional y cortes locales. En algunas provincias, las familias afirman pasar hasta 20 horas al día sin electricidad.

    Los apagones en Cuba muestran lo que sucede cuando un país se queda sin energía. (Foto reproducción de Internet) Incluso en La Habana, alguna vez protegida de lo peor, pasar de ocho a diez horas sin electricidad se ha vuelto normal. Las explicaciones superficiales son familiares: plantas de energía antiguas, mantenimiento deficiente, huracanes que azotan líneas frágiles y sanciones estadounidenses que limitan el acceso al crédito y a repuestos.

    Todo eso es real. Pero la historia más profunda es acerca de cómo se construye el sistema y quién puede arreglarlo. Cuba depende de una flota de antiguas plantas petroleras de propiedad y administradas por el Estado, además de envíos de combustible de unos pocos aliados políticos.

    Cuando Venezuela o México envían menos crudo, no hay un mercado diversificado para llenar el vacío. Modernizar la red costaría miles de millones de dólares, pero los inversores privados están en gran medida excluidos y la información financiera básica es escasa.

    El resultado es un círculo vicioso: los apagones destruyen los alimentos, paran las bombas de agua y acaban con las pequeñas empresas; la gente protesta; las autoridades responden con más control pero sin reformas estructurales.

    Para los de afuera, la oscuridad de Cuba es más que una tragedia local. Es un estudio de caso sobre lo que sucede cuando la ideología vence al pragmatismo y cuando un gobierno mantiene un control estricto incluso después de haber perdido la capacidad de mantener las luces encendidas.