El dolor de la pérdida en las carreteras no conoce de geografía ni de climas; es un luto transversal que recorre nuestro país de norte a sur.
Esta realidad se hizo tangible cuando, en un acto de sincronía solemne, cinco ciudades colombianas —Bogotá, Cartagena, Cúcuta, Armenia y Sabaneta— Detuvieron su ritmo frenético habitual para mirar hacia atrás y honrar a quienes ya no están. Bajo el liderazgo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), Colombia conmemoró el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Siniestros Viales, una jornada que trascendió el acto protocolario para convertirse en un ejercicio colectivo de sanación y resistencia.
La campaña nacional, bautizada acertadamente como ‘Palpitamos por la Vida’, sirvió de marco para los eventos simultáneos.
La iniciativa llega en un momento crucial para la movilidad en el país, alineándose con la resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que, desde hace años, insta a los gobiernos del mundo a dedicar el tercer domingo de noviembre a la memoria de millones de vidas truncadas en el asfalto.
Sin embargo, más allá de las cifras frías que suelen acompañar los informes de tránsito, la jornada de este 2025 se centró en la resiliencia humana y en la responsabilidad compartida.
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El Día Mundial en Memoria de las Víctimas de Siniestros Viales es una oportunidad que nos une a todos para recordar a quienes ya no están, a sus familias y aquellos sobrevivientes que luchan con las secuelas de un siniestro de tránsito.
María Fernanda Cárdenas, Asesora Técnica Regional de Estrategias Vitales.
El arte de reparar el alma: Kintsugi en las vías
Víctimas de siniestros viales Foto:archivo particular
Uno de los componentes más emotivos y simbólicos de la jornada fue la implementación de talleres de resiliencia basados en la milenaria técnica japonesa del Kintsugi. Esta filosofía, que consiste en reparar piezas de cerámica rotas uniendo sus fragmentos con barniz de oro, plantea que las roturas y reparaciones Forman parte de la historia de un objeto y no deben ocultarse, sino embellecerse.
En las plazas y auditorios de las cinco ciudades, Familiares, autoridades y ciudadanos se sentaron a reconstruir figuras simbólicas en forma de corazón. La metáfora fue poderosa e inmediata: al igual que la cerámica, la vida de una familia se quiebra tras un siniestro vialpero a través de la memoria, la justicia y la solidaridad, es posible reconstruir una nueva realidad donde las cicatrices brillan como recordatorios de fortaleza.
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Víctimas de siniestros viales Foto:archivo particular
Mariantonia Tabares Pulgarín, directora de la ANSV, estuvo presente para articular el sentido profundo de esta dinámica. “El Kintsugi nos enseña que, aun en medio del dolor, es posible reconstruir y transformar”expresó la funcionaria, visiblemente conmovida. Para Tabares, el acto de recordar no es pasivo; es un motor para la política pública: “Recordar a las víctimas es también comprometernos con la vida. Cada decisión que tomamos en la vía tiene el poder de evitar otra tragedia. La seguridad vial nos ‘palpita’ a todos”.
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Voces que transforman el dolor en activismo
Víctimas de siniestros viales Foto:archivo particular
El evento no solo fue un espacio institucional, sino una tribuna para la sociedad civil, especialmente para aquellas organizaciones nacidas del duelo. Mary Bottagisio, Directora General de la Fundación Liga contra la violencia Vial, una de las voces más respetadas en la lucha por la seguridad en las carreteras colombianas, ofreció un discurso contundente sobre el deber moral de los sobrevivientes y deudos.
“Queremos recordar que quienes hemos sido víctimas tenemos la obligación irrenunciable de luchar para que a otros no les pasen”declaró Bottagisio, recordando a los asistentes que la seguridad vial no es un problema ajeno, sino una lotería macabra en la que nadie está exento de participar.
“La Liga Contra la Violencia Vial envía un mensaje: todos y todos podemos ser víctimas, por eso debemos trabajar para que a nadie le pase”, sentenció.
Sus palabras resonaron con fuerza en un país donde las motocicletas y los peatones siguen poniendo la mayor cuota de mortalidad en las estadísticas anuales. La presencia de las familias en estos actos de Bogotá, Cartagena, Cúcuta, Armenia y Sabaneta validó el mensaje: detrás de cada cifra hay un rostro, una historia y una familia incompleta.
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Es la oportunidad para reforzar nuestro compromiso como sociedad para que estos hechos no se sigan repitiendo en nuestras vías. Las muertes en las vías son tragedias, en su mayoría evitables, que al año enlutan a millas de familias en el país.
María Fernanda Cárdenas, Asesora Técnica Regional de Estrategias Vitales.
Un compromiso internacional y multisectorial
Víctimas de siniestros viales Foto:archivo particular
La conmemoración contó con el respaldo de aliados estratégicos internacionales, lo que subraya la dimensión global de esta crisis de salud pública. María Fernanda Cárdenas, Asesora Técnica Regional de Vital Strategies —aliado clave de la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Mundial—, destacó la importancia de cambiar la narrativa: dejar de ver estos eventos como “accidentes” inevitables y empezar a tratarlos como siniestros prevenibles.
“Las muertes en las vías son tragedias, en su mayoría evitables, que al año enlutan a millas de familias en el país”, explicó Cárdenas.
Su intervención hizo hincapié en la necesidad de un “sistema de movilidad perdonador”.
Este concepto, fundamental en la seguridad vial moderna, implica diseñar vías y normas asumiendo que el ser humano comete errores, pero que esos errores no deberían costarle la vida. Cárdenas hizo un llamado a la unidad entre el gobierno, la sociedad civil y los representantes territoriales para proteger “principalmente a los más vulnerables, como los peatones y motociclistas”.
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Hacia un sistema seguroEl cierre de la jornada en las cinco ciudades dejó un mensaje claro: la conmemoración es necesaria, pero la acción es urgente. La ANSV aprovechó la visibilidad del evento para reiterar su compromiso con la Política Nacional de Seguridad Vial y el enfoque de Sistema Seguro. La premisa es absoluta: ninguna muerte en la vía es aceptable éticamente.
Mientras el sol caía sobre las figuras de corazón reparadas con líneas doradas en las manos de los asistentes, quedaba la sensación de que, aUnque el dolor de la pérdida es irreversible, la voluntad de cambio es más fuerte. “Palpitamos por la Vida” no fue solo un eslogan de un día domingo; Fue un recordatorio de que la seguridad vial se construye con empatía, infraestructura segura y, sobre todo, con la memoria viva de quienes ya no están para exigir sus derechos.
Además, te invitamos a ver nuestro documental:
Documental de la periodista Jineth Bedoya Foto:
cartagena